ConocimIento y responsabilidad

Como viene siendo habitual, el sector pesquero llama la atención de la opinión pública en nuestro país cuando la prensa se hace eco de los conflictos que de vez en. cuando le atañen. Así, las denominadas guerras del bonito, en el verano pasado, o del fletán, en los últimos días y, también, las noticias sobre apesamientos de barcos españoles o de barcos de bandera británica, pero con tripulaciones españolas, parecen descartar exclusivamente las dificultades que, de manera ocasional, afectan a nuestro sector pesquero. En este sentido, trascienden voces de alarma que anuncian el fin de nuestra industria pesquera.El reciente acuerdo entre Canadá y la Unión Europea ha sido el detonante que ha puesto en marcha una andanada de declaraciones afirmando que la pesca española de gran altura está abocada a su desaparición. Sin embargo, mi larga trayectoria al frente de esta Secretaría General, desde el año 1987, y la experiencia acumulada durante esos años en los que ha sido necesario afrontar situaciones muy difíciles, me permite afirmar que el sector pesquero español' nos demuestra continuamente su capacidad de superación y adaptación a las nuevas circunstancias.

El primer aldabonazo lo constituyó el establecimiento generalizado de las 200 millas por parte de los países ribereños en el año 1977, que obligó a la Administración española a desarrollar una ingente tarea diplomática a fin de concertar acuerdos de pesca que posibilitaran la continuidad de la actividad de nuestra flota. Años después, esa flota continúa pescando en aguas de esos países, bien en base a acuerdos de pesca, comunitarios o privados, o por medio de la constitución de sociedades mixtas, exportando las capturas a España. En los últimos 20 años nuestros empresarios pesqueros han constituído cerca de 170 empresas mixtas en países de todo el mundo, aportando más de 300 buques que cambiaron de bandera.

Por otro lado, la flota, española faena también en las aguas de los países con los que la Unión Europea tiene acuerdos de pesca. Estos acuerdos se basan en el mutuo interés de las partes y en la valoración positiva que merece a esos países las contrapartidas que perciben por ellos en el marco de una relación privilegiada con la Unión, que de otro modo, sería impensable.

Es un hecho que el caladero nacional cuenta con una plataforma muy estrecha pero de gran riqueza que viene abasteciendo a una parte importante de la demanda interna desde tiempos pretéritos. El número de barcos que faenan en él, del orden de 16.700, es bastante elevado, si bien el 40% de los mismos son buques sin motor fijo. Es necesario, no obstante, adecuar el esfuerzo de pesca en cada caso a las disponibilidades y aplicar medidas para promover la regeneración de los caladeros, tales como el establecimiento de reservas marinas y arrecifes artificiales, que van a contribuir a una explotación sostenible de los recursos pesqueros existentes en nuestras aguas. En este sentido, esperamos pasar de las 5 reservas marinas actuales a un total de 20 y en arrecifes artificiales, de 51 a 141 en el año 2.000.

El consumo de pescado en nuestro país es muy elevado, cerca de 40 kilos por persona y ano, y mantiene una tendencia creciente. Por ello no resultan suficientes las capturas que realiza nuestra flota tanto en aguas españolas como en aguas de países terceros o en aguas internacionales. Aún así, resulta necesario acudir a las importaciones para garantizar el aprovisionamiento, buena parte del cual procede de sociedades mixtas.

Hablando de aprovisionamiento, es obligado destacar la importancia creciente que tiene en nuestro país el desarrollo, de la acuicultura que permite el abastecimiento con una, cada vez mayor, variedad de productos de gran calidad.

El futuro del sector pesquero español en su conjunto va a depender en gran medida de que la sociedad asuma la necesidad de contribuir entre todos a una explotación sostenible de los recursos. Es necesario, por tanto, desarrollar aún más el conocimiento científi co sobre el medio marino, a fin de que las medidas de gestión de los recursos pesqueros sean las adecuadas en cada caso. También es preciso llevar al convencimiento de nuestros pescadores, cualquiera que sea la zona de pesca en la, que actúen, la necesidad de ejercer una pesca responsable, ya que es la única garantía de continuidad de su actividad.

Pero todas estas medidas de conservación de los recursos pesqueros precisan del complemento que garantice que todo lo que no se puede pescar no se pueda comercializar ni consumir; la integración de las medidas de conservación y comercialización, y sobre todo la aplicación práctica de las mismas de tal manera que en ningún lato se presenten para consumir peces de cualquier especie que no les han dejado crecer.

Aunque nos parezca insuficiente que sólo en situaciones críticas la atención de la opinión pública española se dirija hacia el sector pesquero, esta atención sirve, indudablemente, para ilustrar a nuestros conciudadanos sobre la dificultad que esta actividad entraña, la profesionalidad de nuestros pescadores, el valor económico que la pesca representa y, en definitiva, la preponderan cia a nivel internacional del sector pesquero español muy temido por su sana competitividad en la actividad extractiva en la mar de la que somos pioneros.