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Torturas

Julio Llamazares

En el Instituto Italiano de Cultura de Madrid se expone hasta finales de mayo una muestra de instrumentos de tortura perteneciente a la Inquisición y a la justicia civil europea desde la Edad Media hasta el fin del XIX. La exposición, integrada fundamentalmente por piezas de origen italiano, comenzó su periplo en 1983 en Florencia y ha recorrido diferentes ciudades europeas antes de recalar en Madrid.El espectador puede ver en vivo las grandes dosis de creatividad que el hombre ha desarrollado a lo largo de su historia para torturar a sus semejantes. Hachas, guillotinas, sierras, grilletes, sillas de púas, cadenas, jaulas colgantes, desgarradores de senos o tobilleras, junto a instrumentos de nombres tan inequívocos como quebrantarrodillas, aplastapulgares o rompecráneos, se alinean a lo largo de las salas en una exposición de horror mas propia de las películas de miedo que de la historia real. La exposición termina con el siglo XIX, pero no porque en el siguiente las cosas hayan cambiado. A lo largo de este siglo, la imaginación de los hombres para torturar a sus semejantes no sólo no se ha agotado, sino que ha alcanzado cotas insospechadas. El mismo día en que en el Instituto Italiano se inauguraba la muestra, en Israel, una casa de subastas anunciaba la venta de una serie de pastillas de jabón hechas con grasa de judíos por los nazis y TVE ofrecía un programa escalofriante sobre el tráfico de armas e instrumento de tortura (bastones eléctricos, porras magnéticas, escudos de electroshock) en la Gran Bretaña actual.

Por todo ello, quizá sería conveniente completar la exposición italiana, cuyas piezas por antiguas, parecen ya arqueología, aunque algunas aún se sigan utilizando en el mundo (en países árabes, por ejemplo), con otra dedicada al siglo XX. Así, descubriríamos aterrados el grado de evolución que la tortura ha alcanzado y la crudeza con que se emplea hoy en diversos lugares sin que muchos se quieran enterar. Eso sin contar con otros tipos de tortura encubierta y asumida como el teléfono, el tráfico, los discursos de los políticos o las tertulias de la televisión.

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