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Los detectives del cambio climático

EE UU vuelca su maquinaria científica en resolver el rompecabezas atmosferico y repartir responsabilidades

En un despacho del mayor organismo especializado del mundo en clima, la sede de la agencia nacional de Estados Unidos para la atmósfera y el océano (NOAA) en Boulder (Colorado), un investigador observa en la pantalla, del ordenador un mapa de Madagascar en el que aparecen numerosos puntos brillantes sobre un fondo oscuro. Es una imagen obtenida por satélites militares estadounidenses en una noche y representa los focos de fuego, en su mayor parte causados por el hombre, que siembran esta isla :intentan rica ecológicamente. Lo que interesa principalmente a los investigadores del NOAA no es evaluar la destrucción de la biomasa de la lejana Madagascar causada por estos fuegos, muchas veces incontrolados, sino las emisiones de gases de efecto invernadero que producen los incendios. La información suministrada por la red de satélites militares, desde hace poco más de un año (con el pequeño retraso de un día para filtrar su posible interés estratégico), es una de las nuevas herramientas puestas al servicio del masivo esfuerzo de investigación sobre el cambio climático que lleva a cabo Estados Unidos, por un valor de 2.000 millones de dólares (260.000 millones de pesetas) anuales.Con este programa sobre cambio global, que ha reemplazado en parte el esfuerzo militar durante la guerra fría, Estados Unidos pretende sobre todo completar el rompecabezas atmosférico (sin el que las decisiones políticas que esta semana está abogando, en la conferencia e Berlín, por posponer hasta 1997 tendrían un grado de incertidumbre mucho mayor que el deseable, desde su punto de vista. Pero también hace hincapié a obtener la información que le suministre armas para la negociación, para repartir las responsabilidades de inducir el calentamiento global entre todos y cada no de los países, desarrollados y desarrollados. El actual tratado responsabiliza a los países desarrollados del calentamiento a través de las emisiones industria-de la película, porque sus emisiones per cápita doblan las de cualquier otro país.

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El programa de cambio global de EE UU es un esfuerzo interagencias, es decir, que los diferentes organismos públicos de investigación se reparten las áreas y se coordinan para solicitar fondos al Congreso para llevarlo a cabo, han informado a este periódico los responsables del programa por parte de la Agencia de Protección del Medio Ambiente.(EPA), una pieza importante. Tanto estos responsables como científicos consultados durante una reciente ronda de visitas a los centros implicados coincidieron en señalar que la visión simplista de predecir lo que supondrá el cambio climático simplemente simulando la inyección de gases de efecto invernadero en los modelos de ordenador está en retroceso. Los satélites y los ordenadores se han convertido en herramientas básicas para la investigación de este "experimento global sin control, en el que no hay posible marcha atrás", en palabras de Lowell Smith, de la EPA, quien también cree que los humanos "tendemos a subestimar lo que dependemos de los sistemas naturales.

Hay otros muchos factores que tener en cuenta, y entre ellos están algunos neutros -las nubes, por ejemplo- pero otros afectan sobre todo a los países en desarrollo, como las emisiones (le metano (procedentes de fenómenos naturales, cultivos de arroz, ganado, vertederos ... ) los incendios naturales y provocados y el cambio de uso de los suelos (destrucción de bosques, especialmente los tropíca es, cultivo de sabanas) que cambian el balance global de radiación de la Tierra y su capacidad de absorción del dióxido de carbono. Los datos científicos sobre estos factores servirían, por ejemplo, para presionar a los países con bosques para que no los destruyan.

El programa de la evaluación de los incendios citado al principio se denomina Inventario Global de Quema de Biomasa y fue iniciado en 1994. Los científicos están encantados de poder usar los satélites militares porque son plataformas muy estables (tres ejes) con un sensor cuyos datos se vierten una vez al día a una estación terrena. Utilizar satélites meteorológicos civiles implicaría tener que pedir a cada estación de seguimiento que obtuvieran los datos cuando el satélite sobrevolara la estación.

En el cercano Centro Nacional para la Investigación Atmosférica (NCAR), gestionado por universidades, un proyecto semejante, el Expreso, se lleva a cabo en colaboración con científicos franceses, que ya han realizado otro menos ambicioso y pretende establecer el ritmo y cantidad de intercambio de gases en la atmósfera tropical. Éste se centra en países centroafricanos, a los que irán los científicos armados de globos, aviones y torretas de observación para estudiar las características de propagación de los incendios, entre ellos los provocados por los propios científicos. Los incendios han ido en aumento en grandes zonas de Africa en los últimos 20 años, asegura Patrick Zimmerman, responsable del experimento: "Se quema para mantener los pastos, limpiar la tierra para cultivos, incluso para cazar ratones y serpientes para comer".

También en el NOAA está uno de los científicos que más ha contribuido al conocimiento de las reacciones químicas que tienen lugar en la atmósfera, con aportaciones básicas a temas

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ecomo la destrucción del ozono estratosférico por el cloro. A. R. Ravishankar tiene dos laboratorios atestados de espectaculares montajes de aparatos -cromatográfos, espectrógrafos y láseres- en los que mide la velocidad de reacción de las moléculas le los distintos gases de efecto invernadero (como el metano o óxido nitroso, pero no el CO2 porque no es nada reactivo) recreando su situación en la atmósfera. Una de sus líneas de investigación es el estudio de moléculas que puedan reemplazar en la refrigeración a los HCFCs, las susancias que han reemplazado a u vez a los CFCs que destruyen el ozono estratosférico. "Hay acuerdo para dejar de utilizar los HCFCs dentro de 20 años y estamos buscando sustitutos mejores", recuerda. "Los hay, entre ellos los hidrocarburos, que tienen una vida muy corta, pero significan un cambio total en el ciclo tradicional de refrigeración, aunque hay empreSas que están muy interesadas en ellos".

Pero Ravishankara también se dedica el metano, un gas cuyas emisiones son muy difíciles de rastrear y que tiene un peso importante en el calentamiento, afirman los científicos. Acaba de proponer un método para conocer el origen del metano según su firma isotópica (carbono 12 o 14) y también en función del deuterio de contiene, de forma que se pueda hacer un inventario de las fuentes de metano (cultivos de arroz, ganado, vertederos) y saber cuánto tiempo va a permanecer cada tipo de metano en la atmósfera. "El metano absorbe un 20% más de radiación que el CO2", afirma, "y tiene una vida 20 veces más corta. Si se actuase sobre las emisiones de metano en 10 años se habría conseguido disminuir mucho el efecto invernadero".

El cambio en el uso de la tierra es una última línea de investigación en pleno apogeo para conocer los flujos netos de carbono a la atmósfera. De la mano de los satélites se pueden observar la destrucción de los bosques o los cambios de cultivos y hacer una previsión sobre su influencia en el efecto invernadero. Además de su función como sumidero el papel de los bosques como biomasa está siendo estudiado con detalle. Los investigadores recuerdan cosas tan curiosas como que cuando se destruye un bosque, a efectos de las emisiones que eso supone, lo importante es si se quema o no. Si la madera se emplea para hacer muebles, por ejemplo, una parte importante del carbono quedará en ella.

Todas estas líneas de investigación son compartidas en mayor o menor medida por el resto de los países desarrollados, con los que existe la habitual competencia científica. Además, todos los países desarrollados, aunque Estados Unidos en mayor medida, han iniciado programas de colaboración con países en desarrollo para evaluar las emisiones que lanzan al aire y los riesgos que para cada uno de ellos supone el calentamiento terrestre.

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