Japón hizo ensayos bacteriológicos en miles de chinos en la II Guerra Múndial
EE UU silenció las atrocidades a cambio de los datos de los médicos nipones
El goteo de información acerca de la guerra bacteriológica realizada, por los japoneses en China durante la II Guerra Mundial se ha convertido en una riada. Cincuenta años después del final de la guerra, los datos han dejado al descubierto las sádicas atrocidades cometidas por Japón con ciudadanos chinos. Gracias a los más prestigiosos médicos nipones de la época, este país experimentó armas bacteriológicas en miles de chinos, matando al menos a 3.000. El secreto ha estado bien guardado porque Estados Unidos prometió inmunidad a los médicos a cambio de los datos obtenidos.
La llamada Unidad 731 de la Armada Imperial Japonesa facilitó a los investigadores la experimentación en humanos para hacer "trabajos de campo" con bombas bacteriológicas que dejaban caer en ciudades enteras para comprobar si podían poner en marcha una epidemia. Pudieron. Las armas desarrolladas incluían la propagación de peste, antrax, cólera y una docena más de agentes patógenos.La atroz investigación ha permanecido en secreto después de la II Guerra Mundial en parte porque el ejército de Estados Unidos garantizó la inmunidad de los crímenes de guerra para los médicos a cambio de que éstos les pasaran sus datos. Los nuevos datos que están saliendo a la luz gracias a libros, documentos y nuevas muestras sobre aquellas atrocidades. Los documentos japoneses y norteamericanos encontrados demuestran que Estados Unidos ayudó a mantener en secreto la experimentación humana a pesar de haber juzgado a las cabezas visibles.
Ahora, hay evidencias de que los oficiales japoneses encargados de este programa que se empezó a investigar en 1930 planeaban usar las armas bacteriológicas contra Estados Unidos. Llegaron a proponer el lanzamiento de bombas para llevar enfermedades a aquel país usando pilotos kamikazes en el verano de 1945 sobre San Diego (California).
Un granjero de 72 años rememora ahora algunos recuerdos. En la II Guerra Mundial era enfermero de la Armada japonesa en China y tuvo que abrir a un hombre de 30 años desde el pecho hasta el estómago sin anestesia alguna en medio de los terribles gritos de dolor de la víctima. El granjero, que quiere permanecer en el anonimato, explica que el prisionero chino había sido deliberadamente infectado como parte de un proyecto médico. Tras quedar infectado, los investigadores decidieron abrirle para ver qué se había producido en su organismo.
Una mujer rusa fue encerrada con su hija en una cámara de gas mientras los doctores miraban a través del cristal cómo se convulsionaba y cómo le insuflaba aire a la niña en un futil esfuerzo por salvarla.
El profesor Sheldon H. Harris, un historiador californiano que ha escrito un libro sobre la Unidad 73 1, asegura que el número de chinos muertos por estos experimentos son más de 200.000. Dice que incluso los experimentos no terminaron con la Guerra Mundial, sino que continuaron en la zona de Harbin hasta 1948 causando al menos 30.000 muertos más.
E-l profesor Keiichi Tsuneishi, que lidera la investigación sobre la Unidad 731, es escéptico respecto a este número.
Disección en vivos
El doctor Ken Yuasa, de 78 anos, que aún practica la medicina en una clínica de Tokio, ha sugerido ya que la experimentación en humanos podría haber sido una rutina incluso fuera de la Unidad 731. Yuasa fue médico en el ejército nipón, pero asegura que nunca fue contactado por la Unidad. Yuasa dice que cuando él era todavía estudiante de Medicina oía a los compañeros comentar que: los médicos que estuvieron en China permitieron la vivisección de pacientes.
Yuasa ha explicado que cuando llegó a una provincia nortela del centro de China fue pronto requerido para realizar "prácticas quirúrgicas". Les llevaron a dos chinos completamente desnudos y les aplicaron anestesia general. Entonces, Yuasa y otros médicos le realizaron diferentes operaciones: primero la apendicectomía, después la amputación de un brazo y, finalmente, una traqueotomía. Tras hora y media de operación, mataron a los pacientes con una inyección. Muchos de los experimentos estaban encaminados al desarrollo de nuevas vacunas o tratamientos para problemas médicos que afectaban a su propio ejército.
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