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Una docena de fármacos tienen a raya al sida

La supervivencia de enfermos de VIH ha pasado de meses a medirse en años

Los primeros enfermos que llegaron a los hospitales en 1981 con fiebre y una extraña tos, morían en pocos meses. Hasta 1984 no se aisló el mortífero virus del sida. Hasta 1986 no apareció el AZT, el primer fármaco antirretroviral para frenar un proceso imparable que puede hacer que una persona infectada tenga en su cuerpo de un día para otro 1.000 millones de partículas virales más.En menos de diez años se ha conseguido desarrollar hasta tres familias de fármacos: los inhibidores de la transcriptasa inversa, inhibidores de las proteasas y la familia de las integrasas (aún en fase de experimentación) con un solo objetivo: impedir la replica ción viral. El resultado ha sido que, aun no pudiendo eliminarle totalmente, se han podido con trolar los efectos devastadores de su diseminación por todo el cuerpo. "Hemos logrado un progreso dramático en el manejo de estos pacientes. Hoy, la neumonía [como otras enfermedades oportunistas del sida] no es sólo trata ble y curable, sino también pre venible", dice Julio González Montaner, especialista del hospital San Pablo de Vancouver (Canadá) y organizador del próximo congreso mundial del sida que se celebrará en esta ciudad en 1996, presente en el III Congreso Nacional de Sida, en La Coruna. "Hemos avanzado tanto que antes la supervivencia se medía en meses y hoy se mide en años".Primer zarpazo

El virus pegó a los médicos un primer zarpazo. En medio de la euforia se hizo resistente al tratamiento. "Quizá nos entusiasmamos demasiado. Nos hemos quemado muchas veces, producto de nuestra ignorancia sobre la gran plasticidad que tiene este virus", reconoce Montaner.

Se cambió entonces de estrategia. Apareció el concepto, hoy indiscutible como terapia, de la utilización combinada de varios fármacos, juntos o de forma secuencial, que se potencian unos a otros y consiguen engañar las resistencias virales: junto al AZT, el DDI, DDC y en los últimos meses el D4T, de gran potencia.

Hoy ya todos saben dónde están. "Por un lado", explica Montaner, "tenemos una visión más sombría, porque ninguno de los mecanismos que tenemos pueden curar la enfermedad. Pero los fármacos han sido una contribución esencial para disminuir el ritmo al cual la enfermedad progresa". "En este sentido, el optimismo es patente, estamos moviéndonos hacia delante hasta el punto de que nos impresiona a nosotros mismos", añade.

Los miles de ensayos clínicos que se realizan en todo el mundo están orientados a encontrar la mejor combinación posible de drogas y dosis-. En una segunda instancia, averiguar cuál es el momento más eficaz para iniciar la terapia en un paciente. Porque si bien los fármacos han demostrado que son capaces de disminuir la carga viral de un enfermo hasta en un 90%, ¿qué relevancia tiene cuando puede tener circulando hasta tres billones de virus? El 10% restante se reproduce de un día para otro.

A la conclusión que ha llegado Montaner es que, utilizando un lenguaje pugilístico, "al virus hay que pegarle duro y pegarle temprano". Reconoce que aún no dispone de datos clínicos, "pero si yo fuera el dueño del circo, desde luego desde el momento de la infección. La filosofía que estamos abrazando es que hay que tratar de forma muy precoz y muy agresiva".

Hoy internacionalmente los tratamientos antirretrovirales se inician cuando los linfocitos CD4 están por debajo de 500. El dilema está en si es ético, o al menos eficaz, convertir en enfermos a todos aquellos seropositivos que permanecen años sin desarrollar un solo síntoma del sida. En varias partes Í del mundo hay personas infectadas pero sanas durante más de una década. "Estos individuos son excepciones", asegura Montaner, y explica: "Nosotros en Vancouver tenemos un seguimiento de más de diez años con 1.000 hombres homosexuales seropositivos. En un 10% de ellos la enfermedad no progresaba. Pues bien, en los últimos cinco años estamos perdiendo de éstos un 1% anual"."Balas de goma"

Entre las estrategias farmacológicas, las "balas de goma", como las llama Montaner, aparece un nuevo concepto que consiste en duesarrollar fármacos que no se dirijan contra el virus, sino hacia factores celulares. Uno de ellos, la hidroxiurea, se ensaya ya en varios laboratorios.

Pero si hay "balas de plomo" contra el virus del sida, las certeras, según los médicos, pueden estar preparándose en la recámara de la terapia genética. El primer ensayo clínico en humanos S0, realizará en breve en la Universidad de San Diego (EE UU). El mecanismo consiste en introducir parte del gen del VIH en las células linfocitarias que constituyen su blanco para que, mediante la producción de una determinada proteína, no pueda instalarse en ellas.

Esperanza, pero prudencia frente a esta posibilidad. "Nos hemos quemado ya muchas vepes", insiste Montaner. Y recuerda que en el campo de la terapia genética de cualquier patología todavía no hay suficientes resultados médicos.

En el sida hoy no se maneja la palabra futuro. Se vive, se trata y se piensa médicamente en presente, hasta el punto de que Montaner coincide con la mayoría de los expertos en que "el mejor tratamiento es un tratamiento experimental". Es todo cuestión de ganarle tiempo al virus. "Sin ir a la ciencia-ficción, debemos concentrarnos en los tratamientos antirretrovirales. Existe la posibilidad de que optimizándolos podamos mantener la enfermedad bajo control de forma muy prolongada. ¿Cuánto? ¡Sólo Dios lo puede predecir!".

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