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El secretario de la OTAN declara a petición propia ante la justicia belga por un escándalo de corrupción

Xavier Vidal-Folch

El secretario general de la OTAN, Willy Claes, declaró ayer a petición propia ante "las autoridades judiciales competentes" en relación con un escándalo de corrupción ocurrido a finales de los años ochenta, cuando era ministro belga de Economía. Un comunicado de la Alianza Atlántica facilitó la información al caer la noche de ayer, sin dar detalles sobre el contenido de la comparecencia. Claes, en el ojo del huracán desde hace semanas por el llamado caso Agusta, dejó ayer pasar una de esas oportunidades que nunca antes se habría perdido: comparecer ante la opinión acompañando, al vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, hasta la puerta de la sede de la OTAN, responder a los periodistas y dejarse fotografiar. Acosado por la prensa, se zafó de ella. Gore dio la cara por él tres veces, tres.

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Willy Claes compareció ante una juez de instrucción de Lieja, Véronique Ancia, en tanto que el ministro belga de Asuntos Exteriores y viceprimer ministro, Frank Vanderibroucke, otro de los supuestos implicados en el escándalo Agusta, respondía, aproximadamente a la misma hora, a las preguntas de un consejero del Tribunal de Casación, Francis Fischer.La conferencia de prensa de Al Gore, en el recibidor de la sede de la Alianza Atlántica, duró 15 minutos. Hubo seis preguntas, la mitad sobre el gran ausente, Willy Claes. Por tres veces cantó Gore el apoyo norteamericano al primer ejecutivo de la OTAN. Dijo que el prestigio de la Alianza ("desde mi punto de vista"), no está afectado por la polémica que envuelve a Claes ("a quien apoyamos fuertemente"). Repitió que "Estados Unidos tiene total y plena confianza en el secretario general". Y recordó algo impaciente: "Acabo de expresar mi confianza en él, y lo hago otra vez, porque desarrolla un excelente liderazgo de la OTAN".

Las otras cuestiones de la actualidad internacional quedaron relegadas, pese al empeño de Al Gore en asegurar a Moscú que el proceso de ampliación de la Alianza a los países del Este será lento y transparente, y siempre "en paralelo a la "profundización" de las relaciones con Rusia. Y pese a que fue rotundo en confirmar que el presidente Bill Clinton se opondrá al levantamiento unilateral del embargo de armas a Serbia, frente a la posición del Congreso.

Visita aguada

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La visita de Gore a la Alianza Atlántica quedó así aguada. La mañana había empezado con mal pie. Al entrar Willy Claes en el edificio, la prensa insistió en preguntarle si iba a dimitir o no (algo fútil, pues ya ha dicho que él sigue), a lo que contestó con una sonrisa y apretando el paso. Con tales perspectivas, una mano bondadosa tuvo el gesto de retirar dos de los tres micrófonos instalados en el vestíbulo, donde estaba oficialmente convocada la comparecencia conjunta de Gore, Claes y el embajador norteamericano para poco después del medíodía.

Apareció sólo el embajador Hunter. Se acercó al micrófono único para anunciar, como una exhalación, la presencia de Gore, quien dio la cara en solitario. Willy Claes tenía una cita para almorzar con el comisario europeo Hans van den Broek. Ésa fue la explicación oficial de su ausencia.

Este súbito recuerdo del copromiso -a lo que se vio, inaplazable un cuarto de hora- revelaba que el secretario general de la OTAN prefería no enfrentarse a las preguntas públicas sobre la consecuencias del caso Agusta. Esta desaparición de Claes ha tenido un precedente en la visita del ministro de Exteriores esloveno, la semana pasada. Y va a seguir, pues pone océano de por medio con un viaje a Canadá y EE UU.

La escapada de Claes se produjo mientras arreciaba la crítica contra él y otros dirigentes del Partido Socialista Flamenco (SP) por su largo silencio, en tomo al casó de las presuntas comisiones ilegales (200 millones de pesetas) pagadas por la fabricante italiana de los helicópteros militares Agusta, que el Estado belga compró en diciembre de 1988.

Saber y callar

Tanto él, entonces ministro de Economía de Bélgica, como el hoy viceprimer ministro y, titular de Exteriores, Franck Vandenbroucke, -conocieron que la empresa italiana ofrecía esas comisiones. Y nada dijeron hasta que así lo declaró ante los jueces el tesorero, Etienne Mangé. Esta mentira por omisión, como se la califica, ha situado al socialismo flamenco en el ojo del huracán.

No sólo sus rivales de la oposición, los liberales y los ecologistas, han pedido dimisiones. También las reclaman sus correligionarios y socios de Gobierno, los socialistas francófonos. Tanto para limpiar a tres meses de las elecciones, como para devolver al SP los desprecios que les infligió en 1988, cuando el escándalo sólo parecía afectar al socialismo francófono.

Vanderbroucke ya no asegura que no dimitirá. "Pido un poco de tiempo para aclararme en el expediente judicial, quiero ser interrogado con urgencia", ha declarado. Claes, muy parlanchín al inicio de la crisis, ahora sólo sonríe y viaja.

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