El zoo de los animales malitos
Decenas de ejemplares 'minusválidos' pueden ser visitados en Peralejo
La majestuosa águila real miraba desde el tocón á los visitantes que se encontraban a sólo dos metros de distancia de ella. Una simple cuerda la protege del público. Una de las personas que la observaban el domingo pasa do no quiso, respetar la obligatoria separación. El águila, asustada, abrió las alas, alzó el vuelo y cayó desplomada a sus pies. "Pero ¡si le falta un ala!" musitó entristecido el visitante. Todos los animales que el público ve aquí no podrán nunca más volver a la naturaleza Han sufrido las iras de una civilización que no los ha respetado y que les ha destrozado sus vidas. Un tendido de alta tensión, por ejemplo, amputó el ala de esta águila que no puede volar", explica Santiago Marcos, guía de este centro de naturaleza, llamado Cañada Real.Este centro, propiedad de la fundación José María Blanc (dedicada al cuidado de los animales), ocupa 20 hectáreas de la pedanía de Peralejo, en el término municipal de El Escorial (8.700 habitantes). Allí una treintena de mamíferos y rapaces heridas encuentran cobijo y atención. "Cuando nos llega un animal herido, lo primero que hacemos es abrir una ficha técnica con el nombre de quien lo encontró, el lugar donde fue hallado y las heridas que sufre. Luego, damos parte a la Agencia de Medio Ambiente y lo operamos. Todas las intervenciones se efectúan con la mínima luz posible para que el ejemplar no se acostumbre a la presencia del hombre. Si coge confianza, posiblemente nunca más pueda recuperar la libertad", comenta Marcos.
El recorrido por las instalaciones es sencillo. Los visitantes sólo tienen que seguir una senda de dos kilómetros pefectamente señalizada y respetar las indicaciones de los guías. A ambos lados del camino irán encontrando a los enfermos: lo bos que han perdido el instinto salvaje, mochuelos tuertos a causa de los disparos o lechuzas atropelladas por los coches. Algunos animales, acostumbrados ya a la presencia humana, no se resignan a tener un papel pasivo en la visita y prefieren hacer de cicerones. Un enorme buitre negro, herido por los cazadores en una ala hace seis años, acompaña andando, a quien se adentra en el centro. "Le gustan mucho los niños, y cuando los ve se lanza a jugar con ellos. Su debilidad son los cordones de los zapatos. Si no te asustas te sigue como un perrillo", relata Juan Francisco, guarda de la finca.
La historia de la mayoría de estos animales es bastante triste. El gato montés, que se oculta tras un tronco, perdió a su madre hace poco. Marcos lo recuerda: "Hace un año, un coche atropelló a su madre en la sierra. La recogimos y la cuidamos. Venía embarazada y tuvo este cachorro. Conseguimos recuperarla y, la volvimos a soltar en Robledo de Chavela con un pequeño transmisor atado a una de sus patas. Poco después, descubrimos que otro coche la había destrozado".
El erizo arrastra también su triste historia. "El incendio forestal del pasado verano en la dehesa de La Herrería [El Escorial] le quemó las patitas. No volverá a andar nunca normalmente", relata el guía.
Cinco lobos terribles
Posiblemente, muchos pasen por el centro sin conocer el caso de los cinco terribles lobos cuidados allí. Son los. hijos de una pareja atrapada, hace unos años, en los montes de Zamora para realizar un reportaje sobre la naturaleza para una cadena de televisión británica. Tras varios, meses de rodaje, los entonces cinco cachorros de la pareja terminaron, encariñándose con los reporteros. "Fueron arrancados de su hábitat natural y, en cierta medida, domesticados. Ya no podían volver al bosque. Se acercarían a las personas y los matarían. Además, sus padres murieron poco después. Desde entonces, están aquí", rememora uno de los guías del centro de Peralejo.
Muy cerca de los lobos, los responsables de este singular zoo han montado una curiosa exposición. Está compuesta por varias de las trampas que los hombres han ideado para acabar con estos animales: son los llamados. cortellos y wilkonias (dos tipos de cepos), los chorcos (trampas de piedra) y los chuzos (garrotes largos con punta). La agonía de los lobos podía durar horas.
El caso de las dos zorras es parecido al de los lobos. "Un matrimonio las encontró. Las llevaron a casa como regalo para los niños. Los zorros crecieron y pronto llegó el rechazo hacia ellos. Luego, la familia, arrepentida, quiso devolverlos a su hábitat. Ya era tarde. Se habían convertido en dos perrillos falderos.", dice Marcos. Y termina: "El fin del centro de naturaleza no es mostrar la rapiña del hombre, sino enseñar a los más jóvenes que no es tarde para evitar el desastre".
Centro Cañada Real. Peralejo (El Escorial). Abierto todos los días de 10.00 a 17.00. Entrada: 700 pesetas; niños, 500 pesetas.
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