Magistral 'Quiz show', de Robert RedfordBefore sunrise' redondea el primer día de cine estadounidense
ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOSENVIADO ESPECIAL Before sunrise es una bonita, elegante y delicada película de amor, dirigida en Viena por el joven estadounidense Richard Lindklater. Concursa y, a tenor de la mediocridad de sus contrincantes, puede llevarse justamente un premio. En cambio, Robert Redford no ha traído al concurso a Quiz show, ejemplar magistral filme negro, con connotaciones políticas de gran veracidad y dureza. Dos horas de gran cine que, de haber concursado en la Berlinale, hubieran dejado a todo lo visto hasta ahora por los suelos.
Hace ocho o nueve años, desde que se abrieron las hostilidades entre los jefazos del Festival de Cannes y las majors de Hollywood, los organizadores y programadores de la Berlinale pusieron (lo confiesen o no, explícita o inexplícitamente) a este viejo festival, de intachable por independiente historial, al servicio de Hollywood. Y edición tras edición, Berlín se convirtió en un es caparate gratuito, e incluso en una antesala, del anuncio y la pugna de los oscars.Lo ocurrido este año es, en este sentido, ejemplarizador. La Academia de Hollywood, ante el desastre de la producción propia en 1994, se ha visto obligada a entrar a saco en la cada día más rica marea del cine off Hollywood e incluso en filmes de otros países, para confeccionar con dignidad las listas de aspirantes a dueños de sus estatuillas. Y la Berlinale se ha quedado desierta, sin la carnaza habitual, lo que la sitúa a la deriva del desastre hollywoodiense, en el humillante papel de eco de un eco.
Los síntomas son evidentes: Robert Redford, que fue anunciado como máximo reclamo de este festival, ni siquiera se ha acercado por aquí e incluso uno de los protagonistas de Quiz show, Rob Morrow, que está en Berlín, no se ha molestado en convocar una conferencia de prensa en el marco de la Berlinale, lo que es el colmo del desprecio. Quiz show se exhibió ayer a pelo, sin el más mínimo apoyo publicitario, lo que pone patas arriba la capacidad ¿le convocatoria, la consistencia e incluso el sentido de la existencia de esta servil manera de concebir la Berlinale. Y el resultado es desalentador: el mejor cine hasta ahora visto aquí ha pasado por la piel de la pantalla del Zoo Palast, sin entrar dentro de ella.
Y más aún: otro filme independiente estadounidense, también notable: The shawkshanic redemptión que aspira al Oscar a la mejor película y al mejor actor (el gran Morgan Freeman), fue proyectado como apertura de una sección paralela, el Panorama, eludiendo la competición, no se sabe si por miopía berlinesa o también por indiferencia de sus creadores y productores. En cualquiera de los dos platillos de esta alternativa, el descrédito de estefestival se hace patético.
Quiz show se estrenará pronto en España y habrá que entrar en ella con la minuciosidad que merece y que aquí está fuera de lugar. Adelantemos tan sólo que se trata de una película que sigue con tiralíneas el itinerario de los grandes thrillers políticos del clasicismo de Hollywood y que penetra con punzón en la mirada dentro de uno de los más enmarañados periodos de la historia reciente de Estados Unidos (los anos que precedieron a la subida, al poder de John Kennedy), desvelando su trastienda tenebrosa.
Filme de alta precisión, aparentemente frío, pero en realidad con subsuelo relleno de ascuas, que merece ser estudiado con lupa y que, dentro de pocas semanas va a situar a los miembros de la Academia de Hollywood ante un dilema forzosa, mente esclarecedor: optar por él o por su antípoda, la favorita Eorrest gwnp, modeld de mirada blanda y blanca, con tintes de ultraconservadurismo neorreaganiano, a esas mismas sombras difusas taladradas por Redford que esconde la luz de América.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.