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Paul Newman vuelve a las pantallas y da a nueva lección de su absoluta maestría

Robert Benton, con 'Nobody's fool', sube el tono del certamen

La película noruega Corazón y esperanza, dirigida por Marius Hoits, y la segunda de las seis chinas en concurso, Rosa roja y rosa blanca, dirigida por el hongkonés Stanley Kwan -proyectadas ayer en la Berlinale-, tienen interés y no eluden el riesgo, lo que es un mérito en el cine de ahora, cobarde, facilón y adicto a las líneas de menor resistencia. Pero ambas pecan de desencuentro entre sus ambiciones y sus resultados. En cambio, Nobody´s fool, escrita y dirigida por el norteamericano Robert Benton, observa un delicado equilibrio entre lo que quiere y lo que consigue, sobre todo a causa de la excepcional calidad del reparto, en el que Paul Newman ofrece la enésima edición de su absoluta maestría.

Como es moneda corriente en el cine de Estados Unidos, Nobodys fool tiene bajo su impecable acabamiento dos puntos fuertes que sostienen la totalidad de la construcción: la escritura y el reparto, una y otro extraordinariamente sólidos, incluso con un punto de refinamiento, de auténtico encaje de bolillos.El guión es del propio director, Robert Benton, que demuestra una vez más la superioridad de su pluma sobre la de su cámara, como puso de manifiesto en Un lugar del corazón, Billy Bathgate y Kramer contra Kramer, tres películas discutibles pero . primorosa mente escritas. En Nobody´s fool, como es ya norma en él, la imagen no consigue ir más allá del guión, lo que le impide alcanzar una pe lícula de primer orden, pero la altísima calidad de éste, solidísimamente compuesto y dialogado con un ingenio y una medida insuperables, sostiene la película resultante en alturas imposibles si bajo ella hubiera una escritura simplemente correcta o funcional.

Si a este cimiento se añade otro no menos esencial a la hora de sostener la credibilidad de un entramado de imágenes, situaciones y personajes, como es el reparto, podrá deducirse sin esfuerzo la solidez de la base de este filme de poco relumbrón y escaso presupuesto. Cada uno de los intérpretes y sus múltiples interrelaciones parecen, mientras se ven, obra de un cálculo de laboratorio, que más tarde, ya sobre la pantalla, da tal impresión de espontaneidad que parece producto de una improvisacion, de un ingenio desbordante en la repentización, pese a ocurrir todo lo contrario.

La docena de actores que interpretan los tipos extraídos de la novela de Richard Russo conforman un conjunto introceable y parecen haber afinado durante décadas su oficio sólo para hacer lo que aquí hacen. Pero tres de ellos rizan el rizo. La primera es Melanie Griffith, que parece haber salido del pozo profesional en que parecía estar atrapada y, además de ser más bella cuanto más entra en años, da la impresión de haber alcanzado la madurez profesional. La segunda es Jessica Tandy, que terminó esta película poco antes de morir, y vuelve a ser éste su último acto en la vida real de la inmensa actriz que fue.Leyenda viviente

Y finalmente queda el centro, la médula de Nobody's-fool: Paul Newman, una leyenda viviente que últimamente concentraba sus esfuerzos en su tarea vocacional de formador de jóvenes intérpretes en los cursos superiores del Actor's Studio neoyorquino, y parecía desinteresarse por emprender nuevas aventuras interpretativas propias. No es éste el caso, pues actuar como aquí lo hace requiere un altísimo grado de concentración, de empuje y de ganas más propias de un aprendiz que de un maestro.

Se habla mucho de que Newman va a saltar de forma inminente como candidato al próximo Oscar de interpetación. Pero al rumor se añade otro que no le augura muchas posibilidades de desbancar al favorito Tom Hanks, por su aportación a las oquedades de Forrest Gump. Tal disparate ha ocurrido otras veces, y en Hollywood es perfectamente posible, pero no impide que la brillante y facilona composición de Hanks sea puro esparto comparada con el alarde de economía gestual para hacer frente a la dificultad y la áutoexigencia que hace Newmn en este primer filme redondo de la Berlinale del centenario.

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