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Luz roja para el olivar

El aumento del precio del aceite de oliva abre una grave crisis en el sector

Las grandes superficies de distribución registraron ayer de nuevo colas para adquirir aceite de oliva. El temor a una fuerte subida del precio ha provocado acaparamiento. Y sin embargo no hay razones para ello.Con una superficie de 1,7 millones de hectáreas, y más de 200.000 familias viviendo directamente de este cultivo, el olivar ha sido uno de los buques insignias del sector agrario español e indudablemente, la producción más significativa en Andalucía. El aceite de oliva a precios bajos para el consumidor español fue tradicionalmente también el de mayor demanda, situación que se mantiene en la actualidad, frente a otras grasas como soja y girasol.

Esta posición de liderazgo basada en la larga costumbre de consumo de este aceite, tiene solamente su plinto débil en el precio. EL consumidor ha respondido positivamente a una relación 1/3 entre los precios del aceite de oliva frente al girasol. Sin embargo, está por ver si en este momento el aceite de oliva puede superar una relación de precio que se puede situar en una media de 1/5 y si el ama de casa va a seguir con su actual fidelidad a este producto cuya calidad nadie discute.

¿Se ha encendido la luz roja para el olivar y el aceite de oliva?. ¿Puede superar el aceite de oliva un techo de las 500 pesetas?

El ingreso de España en la UE supuso para el sector olivarero español, a diferencia de lo sucedido para otros productos, un fuerte aumento en los precios, a la vez que se incrementaban las ayudas institucionales a la producción hasta acercarse a los 60.000 millones de pesetas. El olivar ha sido uno de los grandes beneficiados por el ingreso de España en la actual Unión Europea. Los precios fijados por Bruselas durante este periodo prácticamente se han duplicado por el proceso de aproximación a los que se pagaban a otros productores comunitarios, mientras los niveles de ayudas también tuvieron un salto espectacular hasta suponer este año unas 210 pesestas por kilo de aceite obtenido.

Este aumento de los precios hizo temer a los responsables de las respectivas Administraciones española y comunitaria que afectase negativamente a la demanda, lo que en definitiva, podría significar la muerte del olivar y de toda la economía ligada a este sector. Para evitar ese riesgo de descenso en la demanda, Bruselas aplicó progresivamente las ayudas al consumo encaminadas a ralentizar los precios finales del aceite de oliva y que en el último año ascendieron a unos 40.000 millones de pesetas. Este mecanismo suponía abonar a cada industrial envasador unas cantidad por litro vendido para rebajar el precio final al consumo y que en el último año ascendió a unas 78 pesetas por kilo

Con esta política de ayudas junto con las campañas institucionales sobre su calidad, el aceite de oliva, lejos de bajar sus niveles de ventas, logró incluso aumentar su demanda y especialmente en el tipo de aceite virgen de más calidad y el de mayor pre.¡o que ha pasado de 9.000 a más de 42.000 toneladas, para elevar la venta total por encima de las 400.000 toneladas.

Por el contrario, el aceite de girasol, que en los primeros años de la década de los ochenta logró m algunas campañas un acercamiento a los niveles de ventas del aceite de oliva, cuando todo parecía indicar que podía superar sus ventas, inició una línea de estabilización en el entorno de las 340.000 toneladas.

Cuestión de precio

La posición de liderazgo del aceite de oliva se produce en un mercado total de aceites de unas 330.000 millones de toneladas, pero donde los casi únicos protagonistas son el aceite de oliva (hay además otras 65.000 toneladas de aceite de orujo de oliva) y el de girasol.

Esta situación del mercado de los aceites basada fundamentalmente en relación de la calidad pero sobre todo de precios, podiría sin embargo experimentar sensibles modificaciones en el futuro si se cambian las cotizaciones existente entre el oliva respecto a otros aceites.

En el caso del girasol, con unas excelentes campañas en todo el mundo, las previsiones a medio plazo señalan la posibilidad de unos precios a la baja, aunque en este caso la última palabra la tenga la evolución de la peseta respecto al dólar. El precio del aceite de girasol al consumo se sitúa actualmente en por debajo de las 120 pesetas.

Por el contrario, en el caso del aceite de oliva, lejos de ir a una estabilidad de las cotizaciones al consumo, el cambio de regulación aprobado en la última campaña por la UE reduciendo la ayuda al consumo de unas 78 a 19 pesetas junto con la mala campaña, han dado lugar al actual incremento de los precios para situarse entre las 450 y las 500 pesetas, lo que supone un precio cuatro veces superior al girasol.

Industriales y envasadores coinciden con la Administración en que se trata de un precio que podría poner en peligro el actual volumen de ventas del aceite de oliva y, en consecuencia, el propio olivar. Por el contrario, en medios olivareros se estima que ese techo en el precio lo debe poner la demanda. "Nosotros -señalan medios de la producción- somos los primeros interesados en mantener el olivar donde hemos hechos grandes inversiones para mejorar la productividad. Es un cultivo que no se puede cambiar de un año para otro como el cereal".

Cambiar la regulación

La actual situación del aceite de oliva ha hecho que desde diferentes posiciones se hayan vuelto los ojos sobre los actuales mecanismos para la regulación de este mercado y que se lancen al aire propuestas para su modificación desde España.Para la Asociación de Envasadores, la actual subida de precios es una locura que se puede acabar volviendo contra los productores si se produce, como se espera, una caída en la demanda. De acuerdo con estos planteamientos, los envasadores van a proponer en Bruselas una nueva regulación para este mercado similar a la que funciona en el girasol: fijación de un precio final para el agricultor, sumando el precio de mercado y la ayuda. Si el precio de mercado sube, bajaría la ayuda y a la inversa. De esta forma consideran que habría siempre una estabilidad en los precios. Para la Federación de Industrias Oleícolas, la solución sería volver a la ayuda al consumo.

En opinión del director general de Koipe-Elosúa, Antonio Herranz, no es bueno para el consumo de aceite de oliva ni para el campo la actual escalada de precios, opinión que comparte el presidente de Toledo, primer grupo aceitero español, Juan Rubio, para quien esa situación se puede acabar volviendo contra el campo.

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