Aznar pide "serenidad y confianza en la ley"
La muerte de Gregorio Ordóñez logró ayer que su ciudad, San Sebastián, y su partido, el PP, dieran un paso adelante en el camino que más irrita a los terroristas: la convivencia democrática y pacífica. Unas 15.000 personas hicieron cola en la calle y a la luz del día para visitar los restos de Ordóñez en el salón del Ayuntamiento, y José María Aznar se paseó por el centro de San Sebastián con absoluta normalidad y recibió expresiones de condolencia de más de una treintena de ciudadanos en el margen de 45 minutos. Su mensaje político fue éste: "Serenidad y confianza en la ley".
El asesinato de Ordóñez convirtió al PP en una piña. Todo el comité ejecutivo nacional del partido y dirigentes y cargos públicos populares de las 17 comunidades autónomas viajaron a San Sebastián para acudir al funeral y al entierro del portavoz del PP en Euskadi.El alcalde de Madrid y el candidato a la presidencia de la Comunidad, José María Álvarez del Manzano y Alberto Ruiz-Gallardón, respectivamente; el comisario europeo Marcelino Oreja; el presidente de Castilla y León, Juan José Lucas, y el portavoz del PP en el Parlamento andaluz, Javier Arenas, hicieron compañía a la familia de Ordóñez en la capilla ardiente.
Ayer por la mañana, el lehendakari José Antonio Ardanza llamó por teléfono a Aznar al hotel donde se alojaba para expresarle su condolencia. La víspera, antes de partir hacia Guipúzcoa, el presidente del PP recibió por teléfono el pésame del rey Juan Carlos y de Felipe González. Jordi Pujol, Miquel Roca y Julio Anguita hicieron llegar también mensajes de condolencia a Aznar.
Llamada de González
Quizá la llamada telefónica del presidente del Gobierno -una iniciativa que éste había intentado soslayar hasta ahora mediante el envío de mensajes por terceras personas- podría servir para concertar una cita con el líder del primer partido de la oposición e intentar atajar en ella la beligerancia y algunas incertidumbres de la crisis política. Pero Aznar optó por mantener absoluto mutismo sobre este extremo.
El presidente del PP estaba desencajado. En la noche del lunes apenas pudo contener la emoción cuando abrazó a la viuda de Gregorio Ordóñez, pocos minutos después de que ésta hubiera recibido el cadáver de su marido en el salón del Ayuntamiento donostiarra. Pero Aznar trató ayer de mostrar entereza y pidió a los demás que sobrepusieran la serenidad a los sentimientos.
En público y en privado, en el programa de Iñaki Gabilondo en la SER y en la conversación de un paseo por la ciudad, Aznar resaltó que ETA "ha matado un líder político". "Ni HB ni ETA", explicó, "podían soportar ver a Gregorio Ordóñez de alcalde de San Sebastián. Por eso lo han matado".
La cúpula del PP no tenía duda alguna acerca de que Ordóñez iba a convertirse, en las elecciones municipales de mayo, en el concejal más votado, después de que el PP se ha transformado en el partido más votado en esta ciudad en las autonómicas y en los comicios europeos del verano.
Los dirigentes nacionales del PP apreciaban especialmente la valía política que había demostrado Ordóñez. Porque fue él, fichado por el equipo de Antonio Hernández Mancha, el que sacó a Alianza Popular de las catacumbas y dio luego al PP una estructura organizativa y un arrojo que llevaron a este partido al éxito en la pelea electoral.
Pero Aznar se cuidó ayer de dramatizar y de abonar la ira, en un momento en que el PP intenta combinar la crítica por la actuación de los GAL y un cierto deseo de no llevar esa crítica demasiado lejos. "Ni la venganza, ni la ira, ni el rencor, llevan a ningún buen sitio. La ley, sí. Yo confío en que a los autores de esta muerte se les detenga, se les juzgue y se les impongan unas penas justas".
En una reunión con el comité ejecutivo del PP vasco, Aznar afirmó: "Si creen que nos van a doblegar, no lo conseguirán. Si creen que vamos a dar un paso a atrás se van a encontrar que vamos a dar dos pasos al frente".
Tras intervenir a primera hora de la mañana en la cadena SER, Aznar quiso pasear por San Sebastián con la normalidad que lo hubiera hecho Gregorio Ordóñez. Vestido con traje gris oscuro y corbata negra, el presidente del PP caminó, en una mañana soleada, durante más de tres cuartos de hora por la avenida de la Constitución y el paseo que bordea la desembocadura del Urumea, entre otras calles. Se acercaron a expresarle el pésame, con serenidad, con cierta rabia, pero sin ninguna invocación de revanchas, desde el conductor de una moto del servicio de mensajería hasta señoras elegantemente vestidas que acababan de comprar el periódico.
Cuando acudió, media hora después, a la capilla ardiente fue aplaudido desde que bajó de su coche hasta que entró por la puerta del consistorio municipal. Ante las cámaras de televisión se limitó a declarar: "Todos tenemos que seguir haciendo el mayor esfuerzo para superar estas situaciones, y debemos confiar efectivamente en que la ley actúe y la ley se cumpla. Ésa es nuestra esperanza. Y la esperanza también de que no vuelvan a ocurrir jamás estas cosas y sea el último episodio de esta tragedia que viven el País Vasco y España".
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