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Seis días de 'batalla' en el Reino Unido entre policía y defensores de los animales

Caos en un puerto por la oposición al transporte de animales

El viento frío de enero, la lluvia y la oscuridad no han sido obstáculo suficiente para impedir a varios centenares de británicos enfrentarse duramente con la policía a lo largo de las últimas seis noches en el pequeño puerto de Shoreham, en el oeste de Sussex. No eran manifestantes contra la guerra de Bosnia ni la de Chechenia, sino defensores de los derechos de los animales decididos a impedir que los camiones que transportan corderos y terneros vivos al continente pudieran embarcar en los ferrys.

Una creciente ola de protesta contra la exportación de animales hacia los mataderos de Francia y Holanda ha obligado a la policía del Oeste de Sussex a desplegar un dispositivo nunca visto en esta tranquila zona del sur de Inglaterra.Las autoridades comprueban con preocupación la factura de seguridad -unos 120 millones de pesetas- mientras se desarrolla la guerra entre los defensores del trato humano a los animales -aunque estén destinados a los matarifes- y los granjeros británicos que obtienen miles de millones e pesetas de beneficios en este comercio.

La última batalla nocturna en la que se vieron envueltos más de mil policías -librada en la madrugada de ayer-, se saldó con tres heridos y 21 detenidos, 17 de los cuales han pasado a disposición judicial.

Hasta el Partido Laborista ha solicitado que se arbitre una forma menos cruel de transportar a estos animales al otro lado del Canal de la Mancha. Especialmente desde que The Independent publicara ayer que el propio ministro de Agricultura, William Waldegrave -uno de los ministros menos populares del Gobierno de Major-, posee una granja que exporta también terneras a Francia y que las cria por un procedimiento prohibido en el Reino Unido: estabuladas en pequenos recintos.En un país donde crece imparable el número de vegetarianos activos -al parecer más de 3,5 millones de británicos lo son-, ha calado la reacción frente a un transporte en el que los animales son conducidos hacinados y en ocasiones sin recibir alimentos durante horas, hasta los mataderos franceses, belgas u holandeses.

La semana pasada, un tribunal puso una multa de 4,5 millones de pesetas a una empresa exportadora de terneros por maltratar a los animales.

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