Las multinacionales imponen el 'saqueo' del pasado y la trivialización de la cultura
Francia encabeza el empeño europeo por la supervivencia de la reflexión y la diferencia
El pasado diciembre la revista neoyorquina Esquire anuncio un artículo en portada con el título '¿Está suicidándose la cultura norteamericana?'. El autor, Peter Hamill, debía saberlo a partir de sus mismos presupuestos: hace años que se ha suicidado. Y no es eso lo más grave: está dispuesta a matar a toda la humanidad y entretenerla a la vez para el resto de los días. A la altura de 1995 pierde relevancia hablar de corrientes culturales. EI fenómeno decisivo es la inundación de lo que se llamó cultura por lo que se conoce como entertainment.No importa hacia dónde se mire, lo que está ocupando el lugar por todas partes no es la reflexión, sino la emoción; no es el pensamiento frío, sino la acción sentimental o violenta, rentables para las multinacionales que controlan desde la música o las películas al vídeo y el libro. En los periódicos norteamericanos no existe una sección que se llame Cultura; con frecuencia las noticias de libros, pintura o arquitectura se diluyen en lo que se denomina Hogar, Estilo o Vida. Europa es todavía una realidad distinta, pero sólo Francia parece haberse tomado en serio el valor de la diferencia.
El transcurso de los años noventa ha acelerado la trivialización de las manifestaciones, culturales a través de un doble fenómeno: la hegemonía del sistema de la moda como sistema general y la tendencia -dentro de la moda- del reciclaje.
No sólo el arte
El arte, pero también la política o las creencias, han ingresado en la órbita de la moda. Nada se hace para durar, sino para sorprender; de casi nada importa su valor intrínseco, sino su noticia. Moda y medias se potencian en una espiral de consumo acelerado, de caducidad y reemplazo.A lo largo de dos o tres décadas, en el hit-parade de las ideas se han sucedido la sicodelia, la contracultura, el tercermundismo, el antiautoritarismo, la pedagogía libertaria, la antipsiquiatría, el neofeminismo, la liberación sexual, la autogestión, el consumismo y la ecología a gran velocidad.
Pero, por si esto no bastara, en los últimos años, en el terreno intelectual, al retorno del sujeto acompañó la historia de la cotidianidad y de las mentalidades, las nuevas filosofías, el deconstructivismo, el neoliberalismo, el posmodernismo, la revolución conservadora, los nacionalismos, el caritarismo, el neopunk, el grunge, el, biologismo, la paz fría.
Todo es moda o parece de la moda. Se cambia de orientación en el pensamiento como se cambia de coche; los sistemas se han convertido en objetos de consumo y funcionan con la lógica de la velocidad. En los últimos cinco, años, además, la historia se ha rebobinado y ha comenzado a entregar productos ya vistos: guerras éticas y religiosas en Europa, pestes en África o en la India, tiroteos en las calles de Chicago (ahora dramatizados con niños), racismos, neonazismos, triunfo del papado, enfatización del hogar.
Y la industria cultural, en paralelo, ha convertido a Madonna en una reedición de Marilyn, a Michael Jackson vistiéndose con la casaca del sargento Peppers, a los coches apoyándose en modelos de otro tiempo, al posmodernismo primero y al minimal después adaptando o exasperan do estilos arquitectónicos vividos, a Anne Klein vendiendo corsés victorianos, al cine copiando Dráculas., Frankensteins, hombres lobo, fugitivos, mujercitas o westems clásicos, a la televisión retomando viejas series, a la radio reinventando a la doctora Francis, a la pintura picoteando en lo anterior, a la novela volviendo a la historia y el costumbrismo. Vuelven Voltaire, Camus. El nuevo Planeta se lo lleva Cela. Se recupera el bolero, se baila gregoriano, se celebra Woodstock.
La recuperación del pasado ha existido siempre; lo característico de estos años es que los rescates no buscan ensanchar la visión artística ni establecer lo que se llama un diálogo con el pretérito. Simplemente extraen artículos de aquí y allá para animar el consumo. Su pretensión no es subversiva, sino preservativa; su fin no es inquietar, sino divertir. Las nuevas técnicas de reproducción y collage electrónico han fomentado las copias y las nuevas mixturas. La tecnología del CD-ROM o de las nuevas reproductoras son medios que fomentan las mezclas. Desde el diseño gráfico a los nuevos videojuegos, todo es mixtificación. La cadena musical MTV, a lo largo de todo el mundo, es el incesante ejemplo de esta cocina heterogénea. En las manos de las vanguardias, la extracción de un objeto de su contexto comportaba una provocación. En el reciclaje de los noventa los rescates son revivales a cuya luz todo está privado de desazón. La moda es una oleada tranquilizadora: pasa sin que pase nada.
Babelia
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