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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España y el 0,7%

ESPAÑA HA venido prestando en los últimos años un nivel de ayuda al Tercer Mundo, los países más pobres del planeta, cercano al 0,35% de su producto interior bruto. La mitad del objetivo aprobado hace una década por Naciones Unidas. La mayoría de los Estados occidentales consagran diversas proporciones de su riqueza a ese propósito, en una demostracíón de solidaridad, quizás también de mala conciencia por el pasado colonial de algunos de ellos y, sobre todo, de sano egoísmo, en la inteligencia de que las gravísimas desigualdades entre países amenazan directamente los intereses del Primer Mundo.Ante la insuficiencia del esfuerzo que se viene realizando, un movimiento de amplitud mundial, que abanderan los países escandinavos, pide que el mundo desarrollado alcance al menos ese 0,7% acordado en la ONU. En España, ese movimiento ha prendido de forma espectacular y alcanzado su máxima expresión en la acampada en el madrileño paseo de la Castellana -emulado después en otras ciudades-, el encierro de estudiantes universitarios en Madrid y la huelga de alumnos, de enseñanza media. La sentada de los primeros se contenta de momento con el 0,5%, siempre y cuando haya un compromiso de alcanzar el 0,7%. El Gobierno español ha accedido en lo esencial a esas demandas. El Grupo Socialista ha presentado una enmienda a los presupuestos para alcanzar un 0,5% en 1995, y el vicepresidente Serra ha anunciado que para el año 2000 España estaría ya en el 0,7%, que sobre el PIB actual supone la nada despreciable suma de medio billón de pesetas.

Pese a la vistosidad de la noble protesta de los acampados, sigue siendo cierto que en España hay poca sensibilidad, y menor convicción, de que la concesión de esa ayuda sea un objetivo realmente prioritario. Nuestro aislamiento histórico, sólo roto plenamente por la democracia, que ha generado una indudable dificultad para pensarnos en el mundo, ha hecho que. los españoles del siglo XX no hayamos tenido más Tercer Mundo en nuestro imaginario colectivo que el moro vecino, y de manera efímera, el negro-guineano. Si a eso añadimos que España no entró hasta hace pocos años en el club de los ricos, y aun ello en el furgón de cola, tenemos un panorama en el que lo fácil es pensar que la caridad bien entendida empieza por uno mismo.

Este punto de vista no tiene por qué considerarse racista; al contrario, hay en él una respetabilidad inherente: en, España faltan aun muchas infraestructuras, muchas modernizaciones y varias reconversiones. Hay demasiado tercer mundo en casa. España necesita para sí varios 0,7%. Pero, con todo ello, España tiene hoy una renta per cápita de unos 14.000 dólares, bastante menos que los 20.000 largos de los países más ricos ¿le la Comunidad -Aleniania, Francia y el Benelux-, pero muy lejos de los 160 de Haití, los 200 escasos de Bangladesh y los 300 a 500 que tiene un grupo numeroso de naciones.

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Nuestro país debería, por tanto, tender hacia ese 0,7%, pero sin hacer de ello una carrera contra la lógica, las necesidades y las omisiones propias. Tampoco está escrito en ninguna parte que el Estado deba abonar íntegramente ese peaje de solidaridad. Lo importante sería llegar a esa cifra, puesto que es un objetivo razonablemente consensuado en Occidente, pero nada impide que los particulares, las instituciones, los grupos sociales contribuyan a alcanzarla. Con dinero y con trabajo voluntario. No se entiende muy bien, por ejemplo, que el apoyo de los estudiantes, de enseñanza media consista en un día de huelga -otro más, que cuesta al presupuesto más de mil millones- cuando pueden aportar su trabajo.

Hay muchas fórmulas que puede buscar un pueblo para saldar esa deuda de solidaridad sin apelar como único recurso al presupuesto. ¿Está dispuesta la sociedad española, cada uno de los españoles, a renunciar a algo por el 0,7%? ¿Van los Ayuntamientos comprometidos. con esta iniciativa a reducir sus gastos en idéntico Porcentaje o simplemente a aumentar sus ya abultadas deudas? La Plataforma del 0,7% ha servido para dar un aldabonazo social, ahora sólo hace falta que busquemos fórmulas que nos comprometan a todos. No sólo al Estado.

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