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Derrida: "Cuánta mezquindad, cuánta miseria"

Enric González

La persecución contra los intelectuales se convirtió bruscamente en el tema central de la reunión del Parlamento Internacional de Escritores. El caso de Wole Soyinka se sumó al de Salman Rushdie y al de la bangladesí Taslima Nasrin, ambos condenados a muerte por una fatwa islámica. Nasrin, refugiada en Estocolmo, no pudo viajar a Estrasburgo porque las autoridades francesas se negaron a concederle un visado de dos semanas.Según el ministro, del Interior, el ultraconservador Charles Pasqua, la policía francesa no podía garantizar su seguridad por tanto tiempo. "Cuánta mezquindad, cuánta miseria", comentó el filósofo Jacques Derrida, acerca de la actitud del Gobierno de Francia.

El drama argelino, como símbolo de todas las intransigencias, parecía destinado a hacerse con la mayor parte de las discusiones del fin de semana. Un debate con intelectuales magrebíes y una noche, la del sábado al domingo, "en vela para que cese el horror en Argelia", destinada según el programa a "provocar una reacción de solidaridad internacional", constituían los actos centrales de la conferencia. Escritores argelinos como Sami Nar, Assia Djebar, Mohamed Arkun, Wassimi Al-Araaj y Jamel Eddin Bencheij tenían prevista su asistencia.

Rushdie y Nasrin son los más conocidos, pero hay muchos más escritores e intelectuales condenados a muerte. Según datos del Parlamento de Escritores, desde el pasado mes de enero 903 escritores y periodistas han sido asesinados u objeto de persecución en el mundo.

El fundamentalismo islámico y otros fanatismos religiosos son responsables inmediatos de muchas de esas muertes y persecuciones. Pero el filósofo y escritor Jacques Derrida, vicepresidente del Parlamento, afirmaba ayer en el diario Libération la necesidad de ahondar en el fenómeno y buscar los resortes ocultos.

"Ni la apelación a la fe, ni siquiera el fundamentalismo, firman por sí mismos los mensajes de muerte y de terror". "Existe ahí", decía Derrida, "un contrato odioso y oscuro, blindado de oscurantismo incluso cuando explota las estrategias de la tecnología moderna: el contrato entre el alegato religioso y determinadas fuerzas, a la vez fantasmales y político-económicas".

El Parlamento Internacional de los Escritores nació hace un año, en el seno del Carrefour (encrucijada) de las Literaturas Europeas. El Carrefour se disolvió el mes pasado, incapaz de seguir en funcionamiento tras el abandono de sus dos patrocinadores, el Consejo Regional de Alsacia y el Consejo General del Bajo Rin.

El Parlamento sobrevive gracias a la ayuda del Ayuntamiento de Estrasburgo y del Consejo de Europa. Recibe también una, exigua subvención anual del Ministerio de Cultura francés: 150.000 francos, poco más de tres millones de pesetas.

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