Chillida comunica con Buenos Aires
Una veintena de obras del creador vasco, de la valiosa colección de arte de Telefónica, viaja a Argentina
"A Eduardo Chillida le encanta cómo se ven sus obras aquí; en el interior, la obra envejece de otra manera". La voz de Roberto Velázquez, el gerente de la Fundación Arte y Tecnología de Telefónica, suena tan clara en el gran recibidor del rascacielos que la compañía tiene en la Gran Vía como brillante devuelve, la luz el alabastro de Homenaje al mar del artista vasco.-Parece que se ven las olas-, dice Velázquez.
Y lo parece. Fuera, el ajetreo vespertino de la gran artería de la ciudad; dentro, el alabastro devuelve luz y silencio, en un espacio encantado que se encierra con artesonados que dan vértigo y un pavimento desgastado de tan brillante. Es un espacio que retrotrae a la década de los treinta, cuando en este lugar había una oficina comercial. Parece que en cualquier momento van a aparecer, moviendo las puertas giratorias, hombres con largas gabardinas y sombrero. Pero el terciopelo aísla el asfalto de lo que ahora es un espléndido espacio para jugar con el arte.
Rescate preventivo
La colección de arte de Telefónica sólo tiene cinco nombres, pero todos se escriben con mayúscula: Antoni Tàpies, Pablo Picasso, Juan Gris, Luis Fernández y Eduardo Chillida. La pretensión de la compañía fue, en primer lugar, rescatar obras de autores españoles que hubieron de abandonar España. Tal es el caso de Picasso, Gris o el menos popular Luis Fernández:
El rescate preventivo se dio en el caso de la obra de Chillida y Tápies, dos artistas vivos cuyas creaciones son disputadas por coleccionistas de todo el mundo. Del creador vasco, el museo tiene más de 40 piezas, entre esculturas y dibujos. Estos últimos se van colgando de las paredes por riguroso turno. "Necesitan también una ración de oscuridad" asegura el gerente de la fundación, Roberto Velázquez.
Del artista asturiano Luis Fernández hay 18 obras muy dispares y todas tituladas en francés; de Tápies, 19 obras; un collage, un dibujo y diez óleos son de Juan Gris. La colección es viajera: por ejemplo, cinco de estos óleos de Gris los tiene el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS). Igual que los cuatro dibujos de Picasso propiedad del monopolio. Pero, a cambio, una decena de esculturas de Joan Miró pertenecientes al Reina Sofía se pueden admirar con detenimiento en una sala blanca de Telefónica.
Antes de que el curioso edificio de Telefónica -construído entre 1926 y 1930, un rascacielos de estilo norteamericano entonces- se rehabilitase, en 1992, las obras de arte de la compañía recorrieron muchos espacios artísticos del mundo: Lisboa, Oporto, Londres, Venecia, Amsterdaín...
El museo de Telefónica se recomienda en las guías turísticas, sale en los listados de museos de los periódicos, pero sus salas son recoletas, están desiertas y son lo suficientemente breves como para que una pueda abandonar el recinto con los pies ligeros y los ojos reclamando más collages de Gris o calaveras de Luis Fernández.
En la fundación aseguran que el museo tiene 7.000 visitantes mensuales. Pero en la mañana del viernes, alrededor del mediodía, sólo tres personajes se movían por las salas: un arquitecto moreno, con coleta, que había llegado por el reclamo del artista alemán neobarroco, y una pareja de señoras escocesas, aficionadas al arte contemporáneo e informadas convenientemente por su libro de viaje.
Traslado con grúa
Once grandes esculturas de Eduardo Chillida han salido ya -el miércoles pasado- de este, entorno único para viajar a Buenos Aires cualquier día de éstos.
La complicada maniobra de mover toneladas de metal -el suelo tuvo que ser reforzado bajo la superficie de estas esculturas, mesas en su mayoría- se realizó con una grúa y por la noche. A cambio, la sala de exposiciones temporales de Telefónica, que ahora alberga al artista neobarroco Kuno Küster hasta finales de octubre, recibirá una muestra de creadores contemporáneos argentinos. Ahora mismo, música seleccionada por el propio autor abriga lo que pretende ser uña pequeña capilla que lamen los trazos oscuros de Küster.
Las piezas más pequeñas de Chillida aún reposan en el templo de detalles dorados y penumbra; serán trasladadas más adelante. Siguen, por unos días, en un lugar apropiado para los amantes de los museos tranquilos, breves e imponentes.
La Colección de Arte de Telefónica. Fuencarral, 1. Martes a viernes, de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00. Sábados y domingos, de 10 a 14. Lunes, cerrado.
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