Fontanería genética para las arterias bloqueadas
Propuesto un primer ensayo en humanos
El bloqueo de las arterias coronarias, las que llevan sangre al corazón, constituye una de las mayores causas de mortalidad entre los adultos con más de 35 años de edad. Esta obstrucción es provocada por la acumulación en la pared arterial de acúmulos de sustancias grasas como el colesterol. A consecuencia de ello, la arteria se va estrechando, lo que limita el flujo sanguíneo al corazón, originando insuficiencia cardiaca si el bloqueo es parcial, o infarto y muerte súbita cuando es total.Para desatascar las arterias se ha venido recurriendo a la angioplastia, técnica que consiste en introducir un catéter dentro del vaso sanguíneo, que dilata las paredes obstruidas para devolver a la arteria su amplitud original. Lo malo es que en el 30% de los casos el vaso se vuelve a bloquear en pocos meses, proceso que se conoce como restenosis. Reducir la restenosis y preservar el beneficio de la angioplastia se ha convertido en un imperativo para la cardiología. Vista la incapacidad de las drogas actuales para solucionarlo, muchos científicos han apostado fuertemente por la terapia génica.
Esta terapia consistiría, en teoría, en la implantación de ciertos genes en las paredes arteriales obstruidas para que allí modifiquen la proliferación celular que da lugar a la restenosis. Los recientes avances en la introducción de genes potencialmente terapéuticos en células del músculo cardiaco permiten que esta posibilidad haya dejado de ser mera teoría para concretarse en una alternativa en pleno desarrollo.
Concretamente ha sido en el XII Congreso Mundial de Cardiología en Berlín, donde varios grupos que trabajan en esta línea han presentado los resultados de sus investigaciones. Uno de ellos es el equipo coordinado por Keith March, investigador del Instituto Krannert de Cardiología de Indianápolis (EE UU), que ha demostrado la viabilidad de la implantación de genes en el tejido muscular de los vasos coronarios humanos.
Transporte adecuado
Para colocar el gen elegido se requería un medio de transporte adecuado. El vehículo empleado por March ha sido un adenovirus, un virus especializado en transportar material genético en las células.Con manipulación genética, el equipo de March creó un adenovirus apto para llevar insertado un gen cualquiera con el solo fin de dominar la técnica de implantación. Posteriormente, mediante un catéter se introdujo al adenovirus en el tejido arterial afectado por la restenosis.
De momento, estos experimentos se limitan a células humanas aisladas y a conejos y cerdos, consiguiéndose que el gen trasplantado se integre al tejido arterial.
Dominada la técnica de introducción, el próximo paso será determinar cuál es el gen que regula la secreción de proteínas que contribuyen al engrosamiento de la pared arterial.
Cuando ese gen sea conocido se podrán producir variantes amaestradas por ingeniería genética, que se implantarán en la arteria para controlar la proliferación celular exagerada que aumenta la pared del vaso.
"Además del tratamiento de la restenosis, la terapia génica podrá usarse en el futuro para otras patologías cardiacas", promete March, "en donde la terapia consistiría en impedir que se exprese el gen que rige las bases moleculares de la enfermedad a combatir".
"Y otra posibilidad", continúa el investigador, "sería tratar genéticamente la isquemia (detención de la circulación arterial que daña una zona del corazón de forma hasta ahora irreparable).
Actualmente hay investigadores de mi instituto que buscan colocar genes en la región celular del corazón dañada para provocar que los miocardiocitos, las células del tejido muscular cardiaco, vuelvan a proliferar, repoblando el corazón".
La pasada semana un comité científico de los Institutos Nacionales de Salud de EE UU (INH) recomendó el inicio de este tipo de terapias en humanos, aunque todavía debe producirse un permiso formal de la FDA (agencia estadounidense para las medicinas y los alimentos) para que pueda realizarse. La propuesta de ensayo clínico pretende trata a un primer grupo de 12 pacientes.
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