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42 FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

Imanol Uribe consigue con 'Días contados' un sólido 'thriller' con trasfondo político

Fernando Arribas recibe el premio anual de la asociación de directores de fotografía

La segunda película española a concurso, Días contados, de Imanol Uribe, y la canadiense Mon amie Max, de Nichel Brault, elevaron ayer considerablemente el listón de la programación a concurso de esta 42ª edición del festival donostiarra. Un fuerte thriller trufado de apuntes políticos se unió así a un filme intimista y cuidado, un tanto académico pero casi siempre interesante. La jornada registró igualmente el paso de otra película aspirante al premio de Nuevos Realizadores, la gallega Dame lume (Dame fuego), de Héctor Carré, voluntariosa pero fallido cruce entre, otra vez, thriller y comedia.

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Por otra parte, la Asociación Española de Autores de Fotografía Cinematográfica (AEC) aprovechó el marco del festival para entregar su premio anual al mejor trabajo en su profesión, que recayó en Fernando Arribas por su fotografía para Tirano Banderas, y para homenajear al veterano José F. Aguayo, tras 50 años de trabajo en la profesión.El equipo de Días contados aterrizó ayer casi al completo en San Sebastián -también llegó ayer la ministra de Cultura, Carmen Alborch-, tal vez el lugar más propicio para tomar la temperatura política del filme, no en vano esta adaptación de la novela homónima de Juan Madrid tiene como eje nada menos que al Comando Madrid de ETA, a uno de cuyos miembros vincula la trama con un grupo de personajes marginales que malviven en la capital. La recepción del filme, por lo menos en su pase matinal para la prensa, pero al que asiste numeroso público, fue fría, en parte por lo que aquí se interpreta como inverosimilitudes de guión en lo que hace a la descripción de la vida cotidiana de los etarras que catalizan la acción.

Este enfoque, aunque respetable, es tan sólo uno de los posibles: el hecho es que Días contados es un vigoroso, bien narrado, filme de género, realizado con rigor a pesar de ciertas vacilaciones presupuestarias, y con un plantel de actores jóvenes cuyo trabajo resulta simplemente impresionante. Cuenta la preparación de uno de los sangrientos atentados terroristas perpetrados por el comando, pero no sólo eso: de hecho, como gran p arte de los thrillers clásicos, lo que propone es una historia de amor terminal, el que se establece entre el jefe del comando etarra (un Carmelo Gómez muy ajustado a su personaje) y una joven drogadicta y semiprostituta (Ruth Gabriel, uno de los debús más espectaculares del cine español en los últimos tiempos).

En el fondo, el tema del terrorismo actúa en el filme como un mero McGuffin, un señuelo falso según Hitchcock, para hacer más viable la resolución de la trama. Y en este sentido, hay que reconocer que Imanol Uribe tiene la inmensa habilidad de mantenerse al margen del aplauso o la condena: a pesar de mostrar las propias vacilaciones del personaje sobre su compromiso político, lo cierto es que el relato nunca toma partido sino que, en la mejor tradición del género, coloca en el centro de la acción los efectos trágicos de la casualidad, el azar y el despertar volcánico y abrasador de la pasión amorosa.

Díaz contados funciona muy bien a casi todos los niveles. Como película criminal, consigue mantener la atención y el interés por saber si, y cómo, se llevará a cabo el atentado que se prepara. Desde el punto de vista del guión, se regula muy seriamente las intersecciones de sus dos historias paralelas, mientras los diálogos lo dotan de un alto grado de realismo y naturalidad. Además, Uribe hace gala de una buena capacidad para la dirección de actores que hace que todos -y es bien raro esto en nuestro cine de hoy-, estén armonizados y creíbles, espléndidos, en especial, junto a los dos ya citados, un Javier Bardem espectacular en su papel de yonqui y confidente policial.La otra película a concurso, Mon amie Max, de Michel Brualt, el más prestigioso de los realizadores quebequeses, narra la historia de una brillante pianista adolescente que, embarazada y obligada por su madre a entregar el bebé en adopción, abandona su carrera y vive 25 años soñando con reencontrarse con su hijo. Protagonizada por dos excelentes actrices maduras, eneviève Bujold y Marthe Keller, el filme muestra con tensión la relación de ambas así como la búsqueda del hijo perdido. Pero cuando todo parece orientarse hacia una resolución en términos de melodrama, Brualt, consigue mediante una sorprendente solución de guión, dar la vuelta a la historia.

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