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La máxima ocultación

Las empresas que optan por la economía sumergida eluden todo tipo de cargas

La economía sumergida es la máxima expresión de fraude. La empresa no existe, sus empleados están parados, nadie paga a la Seguridad Social, y si alguien pregunta por el IVA, bien pueden responderle que "ni iba ni venía". La principal causa que, según el estudio de la Unidad, lleva a la economía sumergida es la defensa ante la competencia. Se defiende el empresario que, debe competir "en sectores de gran penetración extranjera procedente de países de bajos costes laborales y precios altamente competitivos". Flexibilidad. Como primera solución, la Unidad propone, además de "dotar al mercado laboral de una mayor flexibilidad", reducir los costes de inicio de actividad y aminorar los costes de funcionamiento de las empresas. Y, a medio plazo, sugiere estimular la reestructuración de sectores especialmente afectados por la competencia externa (como textil y calzados)" mediante ayudas "dirigidas a estimular la innovación tecnológica necesaria para mejorar la competitividad".

Seguir las huellas. Junto a estos apoyos para facilitar la salida a la superficie de las empresas sumergidas, la Unidad propone un más estricto seguimiento de las "huellas" que deja toda actividad sumergida, como "movimientos bancarios", "inversiones financieras" o "determinados tipos de consumos". La Unidad destaca el máximo castigo, con la "inhabilitación" para el empresario "cuyas actividades hubieran sido declaradas fraudulentamente insolventes o en quiebra"; es decir, para quienes acostumbran a liquidar sociedades y crear otras nuevas con los mismos responsables y la misma actividad con el único objetivo de eludir pagos.

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