_
_
_
_

Cuba y Andalucía unen sus culturas musicales

54 artistas hermanan el son y el flamenco durante una semana de recitales en Sevilla

Todo comenzó con un acto melancólico y gozoso: una concentración en torno a la tumba de Antonio Machín, en el cementerio sevillano de San Fernando. El camposanto se inundó de sones, maracas y ternuras. Y también de ron. El periodista y musicólogo cubano Bladimir Zamora roció la tumba del creador de Angelitos negros con el licor caribeño. Es una vieja costumbre cubana que se realiza en los funerales por los soneros. A continuación, un viejo colega y compatriota de Machín, Francisco Retilado, Compay Segundo (Siboney, Cuba, 1907), entonó con su orquesta Tu nombre y la guaracha picantona El camisón de Pepa. Una señora que pertenecía a otro entierro no lo pudo remediar y se puso a cantar por su cuenta Angelitos negros. Machín había nacido en 1904 en la localidad cubana de Sagua la Grande. Murió en Madrid en 1977, pero está enterrado en Sevilla, ciudad en la que residió muchos años. Con este emotivo homenaje, se le reconoció corno el introductor del bolero y el son cubano en España.Esa misma noche, los participantes en los encuentros acudieron al concierto de Juan Perro (Santiago Auserón), auténtico inspirador de los encuentros. De hecho, terminó su actuación con Demasiado corazón, un bolero que popularizó Beny Moré, nombre fundamental del son cubano y cuyo recuerdo fue constante durante toda la semana. Según Auserón, "aquí se ha comenzado a profundizar en esa conexión profunda y secreta que existe entre el flamenco y el son cubano. Estos contactos pueden tener una repercusión de largo alcance. Debo destacar que el equipo de la fundación Luis Cernuda ha trabajado con mucha cabeza y con mucho corazón, pensando no en el relumbrón, sino en las consecuencias medio y largo plazo".

Las verdaderas fusiones no tuvieron lugar en los escenarios sino en los saraos que se organizaban espontáneamente tras los conciertos. Las perlas de la semana fueron propiciadas por los viejos: el magnífico cuarteto de Compay Segundo; la asombrosa y procaz ternura del Guayabero; la interpretación de Lágrimas negras que hizo el Septeto Spirituano; el espectáculo ejemplar de Tío Juane, de Jerez; el duende de la bailaora Concha Vargas, del grupo de Pedro Bacán, de Lebrija, que se marcó una memorable danza por bulerías al golpe.

Además del público sevillano, fueron testigos del evento musicólogos y estudiosos del mestizaje artístico: por parte cubana, Danilo Orozco, Bladimir Zamora, Alicia Perca, presidenta del Instituto Cubano de la Música; y los españoles José Luis Salinas, Faustino Núñez, Antonio Benamargo. También aparecieron artistas como Rafael Riqueni, Kiko Veneno, Gualberto y la cantante cubana Omara Portuondo. Jesús Cosano, coordinador de la Fundación Luis Cernuda, asegura que los encuentros tendrán continuidad: "Hemos intentado realizar un trabajo coherente y riguroso. Esto es una semilla, la semilla del son y del flamenco".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_