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El cólera se ceba en los refugiados, de Ruanda

Un refugiado fallece cada minuto a causa del cólera en los campos de la muerte de Goma (Zaire), donde se agolpa un millón de ruandeses que huyen de la guerra en su país. La organización de ayuda humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) ha contabilizado ya "miles" de víctimas. "Están cayendo como moscas", denunciaba ayer en Goma una portavoz de MSF, al tiempo que hacía un llamamiento de auxilio urgente a la comunidad internacional. Las fosas comunes siguen brotando a lo largo de las cunetas, una semana después de la Regada masiva de los desplazados.

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Son como una nube de, langostas, devastan todo a su paso. Sus cabras y sus vacas han agotado hasta la menor brizna de hierba. Para cocinar su arroz con judías han cortado todos los árboles: las Jacarandas y los ecucaliptus han desaparecido en forma de humo. Los refugiados se han reagrupado en lugares sin agua Y' cada mañana descienden hacia el lago Kivu. Con bidones, palanganas y cubos van y vienen sin cesar. A veces deben caminar una decena de horas para conseguir el preciado líquido. Desgraciadamente, el agua está contaminada."Podría tratarse de la epidemia más grande de los últimos tiempos% aventura Jacques de Milliano, responsable de MSF,sólo podemos intentar paliar sus efectos, pues nuestros esfuerzos están condenados al fracaso. Para contener la epidemia necesitaríamos cada día 60.000 litros de suero intravenoso, es decir, el equivalente de tres aviones Hércules. Nunca lo conseguiremos. Centenares, de personas van a morir en los próximos días a causa del cólera o de la rubeola. Necesitamos entre cuatro y ocho millones de litros de agua al día y sólo hemos distribuido 200.000 litros. ¿Qué quieren que ha garnos?".

En la carretera que transcurre entre el centro de Goma y el aereopuerto, unos cinco kilómetros- decenas de cadáveres yacen en las cunetas. Los militares franceses han enterrado 200 en una fosa común. Las familias traen los restos de sus seres queridos y los alinean con cuidado. A las víctimas de las enfermedades se suman las de los ajustes de cuentas. A primera hora de la tarde del miércoles dos hombres fueron lapidados en una plaza del centro de Goma. Al caer la tarde, sus cuerpos mutilados seguían allí, entre los pedruscos. Un día antes, un joven había sido golpeado hasta la muerte por una masa encolerizada. Les habían acusado de ser tutsi, miembros del Frente Patriótico Ruandés. Los militares franceses lo presenciaron todo.

Las organizaciones no gubernamentales y las agencias de las Naciones Unidas coinciden en calificar la situación de los refugiados ruandeses como "el más grande y rápido éxodo de la historia contemporánea". Y también en reconocer su propia impotencia. Durante días y días, las organizaciones humanitarias han seguido el flujo de desplazados desde el interior de Ruanda, han calculado su número y comprobado la dirección en la que avanzaban. La catástrofe estaba anunciada, pero nadie tomó medidas.

El Comité Internacional de la Cruz Roja, que había almacenado algunos alimentos, pudo distribuir ayuda hace una semana a los refugiados de Munigi, a unos 10 kilómetros de Goma: 24 toneladas de judías, 48 de arroz y 1.500 litros de aceite vegetal. "El reparto no se pudo reanudar hasta el lunes", explicaba Nina Vinquist, portavoz de Cruz Roja.

Los refugiados parecen bien organizados. Se agrupan según sus provincias y municipios de procedencia en Ruanda. La mayoría de ellos ya habían sido desplazados por la guerra en el interior de su país, tras las ofensivas de la guerrilla tutsi. Hacen cola deforma natural ante los camiones cisterna y de reparto de alimentos, como los londinenses se alinean para esperar al autobús.

Camiones desvalijados

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) había prometido montar un puente aéreo, pero en Goma aterrizan pocos aviones. Las agencias de la ONU intenta ron hacer llegar alimentos al campo de refugiados de Kitshanga, a 18 kilómetros de Goma, donde se iban a instalar 50.000 personas. "Hay demasiados mili tares ruandeses en armas por esa zona, los camiones han debido ser desvalijados", se lamentaba un responsable humanitario.

El peligro que representan los militares, de las Fuerzas Armadas ruandesas (mayoritariamente hutus) es tangible. Mientras, la epidemia de cólera amenaza con propagarse y provocar la muerte de decenas de miles de refugiados.

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