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El perfecto psicópata

Si es usted, además de cinéfilo de pro, un padre de familia como Dios manda, es muy probable que una de estas calurosas tardes de verano se haya visto en la obligación moral de acompañar a sus retoños al cine para ver Liberada Willy. Sin duda, habrá reparado en la presencia del inquietante actor Michael Madsen interpretando a un papá bondadoso y se habrá preguntado: ¿qué hace aquí este canalla?Y es que lo más probable es que aún no haya conseguido olvidar al señor Rubio de la película Reservoir dogs, aquel perturbado al que daba vida el señor Madsen y que se divertía cortándole la oreja a un policía mientras se contoneaba a los acordes del viejo éxito de Stealer's wheel titulado Stuck in the middle with you. Pero que no cunda el pánico: nuestro psicópata favorito no a abandonado los apeles que borda y confiesa haber participado en Liberad a Willy por dos nobles motivos:

1. Matizar su imagen de indeseable (aunque ello le haya llevado a rechazar un papel en Natural born killers, de OliverStone.

2. Conseguir rodar una película que su hijo pueda ver sin convertirse, a la larga, en un asesino múltiple.

Supongo que encarnar al hermano mayor de Kevin Costner en el Wyatt Earp de Lawrence Kasdan ("Michael es un tipo duro con un corazón blando", ha dicho el director) forma parte también de su estrategia como actor camaleónico, pero donde uno tiene realmente ganas de verle es en La huida, ese remake del clásico de Sam Peckinpah (clásico que, por cierto, ha envejecido lo suyo y, además, permite albergar ciertas dudas sobre el talento interpretativo del difunto Steve McQueen) en el que el bueno de Michael interpreta a un vicioso criminal que dispara contra todo lo que se mueve en su contundente persecución de Kim Bassinger y Alec Baldwin.

Y es que en una época como ésta, plagada de gente blanda y gris como Tom Cruise o Christian Slater, la presencia de Michael Madsen es muy de agradecer: el mundo del cine no puede prescindir de un ex delincuente juvenil que fuma, bebe, luce vistosos tatuajes (el nombre de su mujer en un brazo, el logotipo de Harley-David- son en el otro) y siempre lleva botas con puntera metálica de esas que van tan bien a la hora de machacarle los cataplines al contrario.

Por si esto fuera poco, Madsen ha sabido construirse una carrera coherente (fue carne de videoclub, como su hermana Virginia, cuyo aspecto de femme fatale resulta tan paródico que es difícil tomársela en serio a la pobre) de la que debería tomar ejemplo Ray Liotta. Siempre que veo una película con Michael Madsen me acuerdo de Ray Liotta, un tipo que empezó a lo grande (el majareta de Algo salvaje, el mafioso arrepentido de Uno de los nuestros) y que no para de meter la pata y aceptar papeles que lo están llevando a la ruina. A veces es mejor empezar en los videoclubs que a las órdenes de Jonathan Demme. Aunque eso no quiera decir que todas las películas de Michael Madsen son buenas.

De hecho, su carrera tiene un antes y un después de Reservoir dogs. En ese antes hay auténticos pestiños (pensemos en To kill for, rebautizada astutamente en España como Instinto fatal, hábil cruce verbal de Instinto básico y Atracción fatal en el que nuestro hombre no parece saber en ningún momento qué demonios está haciendo) y algún thriller tan excelente como ignorado (La muerte golpea dos veces, de John Dah1, con una Joanne Whalley-Kilmer casi tan mala como la Lena Olin de Romeo is bleeding).

Pero es a partir del numerito de la oreja en la primera película de Quentin Tarantino cuando Charles Madsen se convierte en el perfecto psicópata y Ray Liotta puede empezar a darse por muerto. Es entonces cuando se demuestra que una cosa es encasillarse y otra haber nacido para interpretar a gente mala, viciosa, desagradable y, para qué negarlo, fascinante.

En el último número de la revista británica Sky, un periodista le pregunta al señor Madsen cómo hace para meterse en la piel de personajes tan repugnantes. El hombre de la camiseta, los tatuajes y las botas de puntera metálica ofrece dos sistemas que, según él, son infalibles:

1. Dejar de fumar y beber exclusivamente té helado.

2. Ir a Disneylandia y pasarse horas haciendo cola para subir a las atracciones.

Parece que con estas dos eficaces recetas se pone uno de tan mala uva que cuan do llega al rodaje está dispuesto a ha cer cualquier cosa. Y si no, que se lo pregunten a la actriz Jennifer Tilly: el día que se la presentaron, Michael Madsen la violó delante de su atado y amordazado esposo. No es más que una secuencia del rodaje de La huida, pero, de todas maneras, es como para demandar a Twinings y a Disneyworld. ¿No creen?

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