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CRISIS POLÍTICA

González no se va por "responsabilidad" política

El jefe del Gobierno rechaza las elecciones anticipadas, aunque no descarta la cuestión de confianza

Ni dimisión, ni elecciones anticipadas, ni remodelación a fondo del Gobierno. El presidente Felipe González seguirá en La Moncloa y no tirará la toalla porque, si lo hiciera, alega, incurriría en una "grave irresponsabilidad ante los ciudadanos", con quienes se ha comprometido "a abanderar la lucha contra la corrupción e intentar que España remonte la crisis económica". El líder socialista se esforzó ayer en aparentar, sin conseguirlo del todo, una imagen de serenidad en los momentos más difíciles de sus casi doce años de gobierno. Los escándalos de corrupción le han llevado a aceptar la dimisión de dos ministros y el abandono de la vida política de dos de sus más estimados colaboradores: Solchaga y Corcuera. Pero él se mantiene, pese al acoso de la oposición. Hoy nombrará a Luis Atienza ministro de Agricultura, en sustitución de Albero, y asignará a Juan Alberto Belloch la nueva cartera de Justicia e Interior.

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Durante 47 minutos González trató ayer, en una rueda de prensa televisada, de transmitir serenidad a la población y despejar las incógnitas abiertas por la grave situación política. Lo consiguió sólo con algunas.Lo más claro, además de que no va a dimitir, fue su decisión de no convocar elecciones anticipadas. Tampoco cambiará de inmediato su Gobierno, pero no es descartable que lo haga después de las elecciones europeas y andaluzas del 12 de junio, aunque él pretenda que los resultados de estos comicios no condicionen la política nacional.

El presidente, que el miércoles tiene una cita con el Parlamento dejó abierta la hipótesis de someterse a una cuestión de confianza si "constata" que pierde votaciones por desafección de sus actuales socios, los nacionalistas catalanes; es decir, si pierde la estabilidad parlamentaria.

Momentos antes de comparecer ante la prensa, González consiguió del presidente de CiU Jordi Pujol -con el que mantuvo una larga entrevista en el Palacio de la Moncloa-, garantías de que contará con su apoyo si no se desvía en las reformas económicas, abandera de forma decidida la lucha contra la corrupción y atiende sus demandas autonómicas. También Xabier Arzalluz, presidente del PNV con el que conversó brevemente le garantizó una actitud no beligerante y su compromiso de no sumarse a la política de desestabilización gubernamental emprendida por el PP.

Torbellino bajo control

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Estas garantías políticas, las dimisiones y las detenciones de Mariano Rubio y Manuel de la Concha fueron el bagaje con el que el presidente del Gobierno se presentó ayer ante los medios de comunicación, por vez primera desde del debate sobre el estado de la nación. En esos 47 minutos, González esbozó su planes políticos para las próximas semanas.

A los tres minutos de empezar a hablar ya había rechazado las peticiones de dimisión del Partido Popular y de Izquierda Unida. "No voy a dimitir". No lo va a hacer, argumentó, por "responsabilidad", porque en las elecciones del 6 de junio de 1993 se comprometió ante los ciudadanos a combatir la corrupción y a crear las condiciones para la mejora de la economía. Al final aseguró que aguanta por España. Marcharse "sería una irresponsabilidad con mi país", indicó.

Una vez más quedó demostrado que si alguien pensaba que de esta crisis González iba a dimitir, anunciar la convocatoria de elecciones o de cambio de Gobierno, desconoce el modo de ser y la personalidad del secretario general del PSOE. Ya antes de la rueda de prensa sus colaboradores aseguraban que en este momento iba a mostrar más que nunca serenidad e imagen de que el torbellino y la locura de estos días están bajo control, algo que no parecía posible anteayer mismo e incluso el día anterior, cuando el presidente todavía no tenía claro si debía o no comparecer ante la prensa y el Parlamento.

La conversación telefónica que mantuvo el miércoles con Alfonso Guerra sobre los cambios de Gobierno puede ser una de las claves. González se presentó ayer ante la opinión pública con el pleno respaldo de su partido y la cartera llena de dimisiones, en cuya enumeración se detuvo. En los casos de Carlos Solchaga y José Luis Corcuera, dejó claro que se trata de gestos en relación con "las responsabilidades políticas" de los casos Rubio y Roldán. El primero, por no haberse enterado de las irregularidades del ex gobernador del Banco de España cuando era ministro de Economía, y el segundo por no conocer las andanzas de Luis Roldán en la Guardia Civil cuando era ministro del Interior.

A los dos les agradeció su labor y tuvo elogios para ambos, algo nada extraño dado que a nadie se ocultaba la predilección que González ha tenido por ellos, con cuya ausencia pierde a dos de sus más importantes bastiones. Este gesto pone de manifiesto que, llegados a estas alturas, González está dispuesto a no ser clemente con el menor atisbo de corrupción que gire a su alrededor. La única sorpresa de ayer la deparó José Barrionuevo, que llegó anteanoche a La Moncloa dispuesto a no abandonar su escaño y lo ha conseguido.

Felipe González reconoció que no había tenido que dar su opinión respecto a Solchaga, Corcuera y Barrionuevo, ya que aceptó de inmediato sus planteamientos. Los dos primeros quisieron dimitir y el último no. González ha sido consciente de que si Barrionuevo dejara su escaño pondría en bandeja a la oposición la petición del puesto del vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, ya que Roldán fue nombrado director general de la Guardia Civil a propuesta de Defensa, entonces a cargo de Serra, y del propio Barrionuevo."Luis Alberto"

La noche del viernes pasado el presidente aceptó la dimisión de Antoni Asunción nada más saber que había perdido la pista de Luis Roldán. El cargo lo asumirá Juan Alberto Belloch -a quien González insistía en llamarle Luis Alberto-, que une Interior a su cartera de Justicia.

El presidente del Gobierno estuvo amable con el recién dimitido Vicente Albero, que será sustituido en Agricultura por Luis Atienza, secretario general de la Energía. "Hay que diferenciar los casos; en el de Vicente Albero no ha habido un enriquecimiento por su cargo público".

Al contrario que en el caso italiano, González pretende que sean los políticos los que depuren las responsabilidades por los casos de corrupción. Para ello, no obstante, va a contar con tres magistrados en excedencia. Dos de ellos -Juan Alberto Belloch y Baltasar Garzón- cuentan a partir de ahora con la máxima responsabilidad en el ministerio en el que la corrupción y el desgobierno es mayor: el departamento de Interior. El tercero, Ventura Pérez Mariño, aportará su ayuda desde la portavocía socialista de la Comisión de Justicia e Interior del Congreso.

Anteayer, Pérez Mariño hizo en el Parlamento una importante contribución con su discurso autocrítico por la negligencia socialista en la huida de Roldán. Ese mismo tono empleó ayer González: "Las circunstancias demuestran que hemos cometido errores. He sentido bochorno por lo que pasa. Me ha costado mucho tiempo concebir que haya alguien que utilice su cargo para enriquecerse. He pecado de exceso de confianza. Reconozco que he sufrido una merma de credibilidad personal y de la imagen del Gobierno. El que superemos esta situación depende de que seamos capaces de clarificar las cosas":

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