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Solchaga: "Hoy es el primer día del resto de mi vida"

Lo dijo sin dramatismo, sin emoción, con palabras que no destilaran rencor y le alejaran de la imagen de un derrotado: "Hoy es el primer día del resto de mi vida". El primer día en los últimos 12 años en que Carlos Solchaga deja de ocupar un puesto de primera fila cerca de Felipe González. Ayer fue su despedida como portavoz parlamentario y diputado del PSOE y el inconfesable comienzo de la cuenta atrás para volver algún día porque reconoció: "Aunque quisiera, no podría olvidar la política".

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Solchaga había confiado en llevar adelante, de acuerdo con algunos miembros del Gobierno muy próximos a González, una estrategia que restableciera la autoridad y la credibilidad de los socialistas. Pero la huida de Luis Roldán cegó la vía de salida. Con ese nuevo escándalo, el ex ministro de Economía, afectado por las irregularidades de Rubio, entendió que su continuidad al frente del grupo socialista del Congreso podía perjudicar más que favorecer al Gobierno. No quedaba más remedio que soltar lastre.Solchaga ciñó a esa evaluación de beneficio /perjuicio su decisión de renunciar a ese cargo. Una renuncia a la que ha añadido la de su escaño de diputado por Navarra -le sustituye Francisco San Martín- para que nadie piense, dijo, que se aferra a ese puesto.

Incluso realizó un esfuerzo de visible sobreactuación para mostrar que acepta con deportividad la adversidad, para lo cual soslayó toda mención a batallas internas. Aunque hubiera tenido, llegó a decir, todo el respaldo del PSOE, llegada la situación a este punto", habría dimitido igual. Porque ya no queda más remedio que quienes han cometido errores políticos los paguen. "Me ha tocado a mí y lo acepto. No tengo ningún sentimiento negativo", aseguré con una entereza perceptiblemente ensayada.

Solchaga sostuvo la tesis de que quien está en política debe aceptar el juego de ser juzgado no sólo por lo que hace, sino también "por las concomitancias de lo que hace y la reacción a lo que hace". Una tesis que sobrepuso al reconocimiento concreto de algún error. Porque de su relato se desprendió la aceptación de una responsabilidad política, pero no el pago de tal responsabilidad con una dimisión ni el reconocimiento de negligencia alguna.

Según él, cuando empiece a indagar la comisión parlamentaria sobre el caso Rubio quedará patente que a lo largo de 1992 y 1993 fueron impuestas sanciones millonarias en relación con el escándalo Ibercorp a causa de las investigaciones de Hacienda, del Banco de España y de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, las que él se había comprometido a emprender en marzo de 1992 tras un debate parlamentario con el Partido Popular.

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El ex ministro quiso desmontar también la tesis de que su dimisión era necesaria por haber depositado en Rubio una confianza traicionada. El ex gobernador, según él, cometió delito fiscal y de complicidad en falsificación de documento público en un ámbito que él no podía conocer. Todo lo más, podía salpicarle políticamente el que Rubio defraudara la confianza puesta en él, pero sin identificar tal salpicadura con una obligación de dimisión.

Solchaga aseguró que no se quita de en medio porque alguien pueda descubrir que ha dispuesto de dinero negro, ha incurrido en fraude fiscal o cualquier otra irregularidad porque ni él ni nadie de su familia ha hecho algo de lo que deba arrepentirse.

¿Y ahora qué? "No lo sé", confesó; "desde luego, no voy a ser presidente de un banco. Voy pensar, a descansar, a ver más mi familia. Hoy es el primer día del resto de mi vida".

Por otra parte, el ministro de Defensa, Julián García Vagas, limitó ayer la dimisión de su homólogo Vicente Albero. No obstante, advirtió que esta dimisión y el abandono de sus escaños por Solchaga y José Luis Corcuera -sustituido por María Isabel Abad- supone "poner el listón [de la responsabilidad ' política] muy alto. Estos comportamientos crean jurisprudencia y sirven para siempre y para todos".

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