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Kurt Masur: 'los políticos son efímeros, la música es eterna"

El músico alemán dirigió ayer en Madrid la "Séptima" de Bruckner

Rocío García

, La música venció ayer a la política. Es verdad que los privilegiados fueron sólo 50 personas y que el mágico momento duró apenas dos horas. Pero se logró. Kurt Masur y los acordes de la Séptima sinfonía de Bruckner consiguieron el milagro de hacer un hueco en la política y olvidar corrupciones y dimisiones. El escenario fue la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde las palabras del músico alemán, relajado y campechano, sonaron casi insólitas en un día como el vivido ayer en nuestro país: "Los políticos son efímeros, la música es eterna".

A la misma hora en que el presidente del Gobierno, Felipe González, hacía frente a la comparecencia más crítica de su mandato político, Kurt Masur se enfrentaba a la eternidad de la Séptima sinfonía de Bruckner en un ensayo en el Auditorio Nacional de Madrid. Ya antes se había preguntado en voz alta ante el reducido público presente en la residencia: "¿Cúal es la importancia de los políticos efímeros frente al lenguaje eterno de la música?" Nadie contestó. Solo Kurt Masur se atrevió a poner un ejemplo de algo que conoce muy bien como es la orquesta Gewandhaus de Leipzig, creada en 1743 y que él dirige desde hace 24 años, cuando esta ciudad pertenecía a la extinta RDA. "La Gewandhaus ha soportado emperadores, la I Guerra Mundial, el nazismo de Hitler, el socialismo y, ahora, el capitalismo y, sin embargo, la tradición y el sonido permanece al margen no sólo de la política, sino también de las influencias de todos sus directores".Sin embargo, Kurt Masur, nacido hace 67 años en Silesia, y que fue propuesto, tras la caída del muro de Berlín y antes de la reunificación alemana, como presidente de la RDA al ejemplo del checo Havel, no tuvo precisamente palabras de elogio para el capitalismo que se vive en Leipzig después de la unidad territorial germana en 1990. "Por primera vez en la historia de la Gewandhaus, se considera ilegal compaginar el profesorado con la pertenencia como instrumentistas a la formación, algo que rompe con una tradición de siglos y sobre lo que se sustenta toda la trayectoria musical y de enriquecimiento de la orquesta". Contra ello, el guerrero Kurt Masur no tiene dudas: "Tenemos la obligación, el derecho y el deber de luchar contra los políticos porque la música es algo que enriquece y da un sentido distinto a nuestras vidas".

Masur, que aceptó la dirección de la Filarmónica de Nueva York hace tres años coincidiendo con un momento crítico de su vida en el que se planteaba incluso abandonar la Gewandhaus, califica ahora su decisión de 'Tabulosa". "Dirigir dos orquestas tan distintas como la Filarmónica de Nueva York y la Gewandhaus me enriquece plenamente", dijo Masur, quien invitó a escuchar los acordes de la Séptima sinfonía de Bruckner en sendos discos grabados por ambas formaciones. "Son dos mundos distintos. Los músicos de Nueva York tienen una individualidad muy arraigada, debido a una educación que tiene como meta el virtuosismo de los solistas, en contraposición a los de Leipzig que se sienten parte de un todo, debido al planteamiento educacional en Alemania, que dirige de manera muy digna a los que no tienen dotes solistas para formar parte de las orquestas sinfónicas", afirmó.

Masur rechazó las crueles críticas del director rumano Celibidache a las orquestas norteamericanas -"con todos mis respetos creo que el problema es que no las ha escuchado suficientemente"-, y explicó las razones de la abrumadora presencia de directores europeos en Estados Unidos: "No han sido los europeos los que se han sentido atraídos por Estados Unidos, sino las orquestas de aquel país las que han llamado a los europeos, en una búsqueda de identidad de trabajo y de base permanente muy a la antigua tradición europea".

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