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Los bandos en lucha en Ruanda plantean muchas condiciones para un alto el fuego

Alfonso Armada

Los combates continuaron ayer con virulencia en Kigali, la capital de Ruanda, donde las tropas gubernamentales (hutus) resisten el avance del Frente Patriótico Ruandés (FPR, tutsis). Los intentos del contingente de las Naciones Unidas de forzar un alto el fuego no han tenido acogida de momento y los contendientes han presentado una larga lista de condiciones" antes de silenciar las armas. La oferta del Gobierno provisional ruandés de garantizar una representación en el Ejecutivo a la minoría tutsi fue rechazada por los rebeldes que parecen seguros de su triunfo y exigen la dimisión del Gobierno provisional y la disolución de la guardia presidencial, a la que acusan de haber desatado las hostilidades.En Kigali, los casi 500 hombres del batallón belga que forma parte de la tropa multinacional de la Minur (Misión de las Naciones Unidas en Ruanda) quieren partir cuanto antes. Tras su evidente fracaso a la hora de impedir el rebrote de la guerra civil en Ruanda no han recibido nuevas instrucciones ni mandato. Están escasos de recursos, faltos de motivación, sin armas adecuadas para defenderse y entre dos fuegos, el de los rebeldes tutsis y la guardia presidencial del extinto Juvenal Habyarimana, que no ha logrado que los belgas se impliquen en la batalla.

Habyarimana fue asesinado en el aeropuerto de Kigali el pasado 6 de abril. Cobra cuerpo la versión que atribuye el magnicidio a la guardia presidencial o a una rama de la propia familia del presidente, partidaria de volver atrás en los tímidos intentos democratizadores. Eso explicaría en buena medida la orgía de sangre a la que se han entregado algunos hutus, que han masacrado diversas aldeas tutsi y pasado a cuchillo a hutus moderados, partidarios de gobernar y convivir con los tutsis. De ahí también que se haya ligado la muerte de Habyarimana con las matanzas, que no serían una consecuencia del magnicidio, sino algo planificado de antemano para hacer fracasar el proceso democrático. Al padre August Horvat, de la iglesia de Musha, en Gikoró, donde el miércoles fueron asesinados 1.180 tutsis, no le queda duda: "Fue algo organizado".

Respaldo de Uganda

Pero ni las matanzas ni la desaparición de Habyarimana han hecho flaquear al Frente Patriótico Ruandés, un Ejército disciplinado y bien armado, respaldado por el presidente de Uganda, Yoweri Musseveni, que devuelve así los apoyos de los tutsis que le permitieron ganar la guerra civil en Uganda en 1986. El FPR se compone sobre todo de tutsis, un pueblo de talla elevada y origen camita, cuya economía se basa en la ganadería. Aunque formaban el 12% de la población de Ruanda, gobernaron el país bajo la administración colonial alemana y más tarde bajo la belga.

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Los hutus, un pueblo campesino de baja estatura y origen bantú, representan alrededor del 85% de la población del país; derrocaron al reino tutsi en 1959 y, tras un baño de sangre, obligaron a decenas de miles de tutsis a huir a Uganda. Entre esos emigrados se han forjado las tropas del FPR. A Musseveni le interesa también la victoria tutsi para que regresen a su país los refugiados en el sur de Uganda.

En cualquier caso, la política francesa, de apoyo, Incluso militar, al régimen de Habyarimana parece haber fracasado. De momento, tras la muerte del presidente, de la primera ministra y de buena parte de la clase política, Ruanda carece de cabeza. Acaso el FPR, si vence y evita la venganza, consiga crear los fundamentos de un Estado posible.

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