La soga de la justicia
Como me siento injustamente maltratado por ese ente tan frío, distante e implacable que es la justicia, sólo me queda el consuelo de esta carta. Veintinueve pesetas de franqueo aún las puedo pagar.Estoy separado y desde hace tres años no he podido ver a mis hijas. La Administración me concede una pensión por invalidez permanente de 42.900 pesetas, de las cuales los tribunales de justicia me reclaman 30.000 para sustento y manutención. Considerando que el resto que me queda para sobrevivir es una condena a la mendicidad, me declaro insolvente, y la respuesta que recibo es un embargo de la pensión. Mi ex mujer es funcionaria municipal, casada de segundas con otro funcionario. Yo, sin embargo, con 36 años, sin hijas y sin pensión, qué hago y a quién recurro.
La Administración y su Gobierno pregonan el derecho a la vida y el Estado del bienestar. ¿De qué vida hablan?, ¿de qué bienestar? Siendo, una vez más, fieles a su cinismo, préstenme, representantes de la justicia, una soga para el cuello. La ferretería ya no me fía. Préstenme una soga para el cuello y no hagan más por mí.
Les aguardaré impaciente desde el otro lado, donde no existe ni el tiempo ni la estupidez.-
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