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Editores y libreros no quieren liberalizar los precios de los Iibros

La mesa redonda sobre El precio fijo, organizada ayer por la Federación de Gremios de Editores de España en Liber 94, confirmó la determinación de editores y libreros de mantener la legislación que desde 1990 impide a estos últimos variar el precio de venta de los libros en más de un 5%.El director de la editorial Castalia y ex director general del Libro, Federico Ibáñez, y el ex presidente de la Federación Europea de Editores, Alain Gründ, defendieron en sus respectivas ponencias la conveniencia del precio fijo, mientras que Carlos Ocaña, subdirector general de estudios del Tribunal de Defensa de la Competencia, sostuvo que esta imposición no logra los objetivos que persigue. Moderó el debate Juan de Isasa, presidencia del Gremio de Editores de Madrid.

Federico Ibáñez, comenzó su intervención señalando que "el sistema del precio fijo del libro no es un dogma, ya que existe en la mayoría de los países europeos". Ibáñez insistió sobre "los valores culturales que impregnan el libro" para defender el precio fijo como instrumento de "tutela cultural", ya que "garantiza que la oferta cultural llegue a todas partes a través de los minoristas, evitando que sólo subsistan unas pocas librerías en las grandes ciudades".

Ibáñez insistió en que esta medida obliga a los minoristas a competir en los servicios, en la atención al cliente, y a través de, una mayor diversificación de la oferta, en vez de obligarles a una guerra de precios. El ex director de Libros y Bibliotecas calificó de "disparate" que se diga que se editan demasiados libros.

Carlos Ocaña destacó en su intervención que la libertad de precios en países como Estados Unidos no ha perjudicado la diversidad de la oferta ni a los libros de venta lenta, y que tampoco ha tenido como efecto la desaparición de las pequeñas librerías ni la proliferación de descuentos. Para Ocaña, "no está claro que el precio de los libros cambie sustancialmente sin el precio fijo".

Entre los efectos negativos de la actual normativa, Ocaña destacó la prohibición de las ofertas especiales y la discriminación de los libros de texto, y concluyó señalando que los problemas del sector tienen más que ver con el tamaño de las editoriales y la falta de especialización de las librerías que con el precio fijo.

Precedente francés

El editor francés, Alain Gründ, recordó que la liberalización del mercado en Francia entre 1979 y 1981 hizo subir los precios y provocó un descenso en las ventas: "el librero de provincias subía los precios con la seguridad de que si no vendía los libros los podía devolver". Gründ, que opina que los editores siguen compitiendo a pesar del precio fijo, dijo que esta medida no perjudica a las grandes superficies y permite competir a los minoristas. Además, según Gründ, "la gente cree que los libros son más caros de lo que son. En realidad son muy. competitivos comparados con otras formas de ocio".

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