Las preguntas sin respuesta de la tragedia
¿Puede un hombre con un entrenamiento militar medio vaciar cuatro o cinco cargadores de un fusil automático con la velocidad de un experto? ¿Actuaba solo? Esas era algunas de las preguntas que flotaban ayer en el aire de revulsión, odio y sospecha al día siguiente de la matanza de 48 palestinos en Hebrón a manos de Baruch Goldstein. El colono judío de Nueva York era médico de profesión.¿Fue su ascenso a mayor en el Ejército israelí un premio a hazañas militares o más bien se ganó los galones, como resulta lógico suponer, en hospitales de campaña? ¿Inventó Goldstein alguna patraña para que los soldados israelíes, apostados a la entrada de la mezquita, le dejaran pasar, fusil en ristre, o los centinelas simplemente lo vieron en uniforme y no les pareció nada extraordinario que un soldado judío entrara solo y libremente a un sitio reservado a musulmanes?
Si estas y otras preguntas ya han hallado respuestas, el Ejército israelí todavía no las ha divulgado. Una de las pocas cosas que los israelíes dicen oficialmente es que, contrariamente a una versión anterior, Goldstein no se suicidó. Según la policía, el asesino fue muerto a golpes por los supervivientes de la masacre cuando aparentemente se le acabó la munición.
El comandante en jefe del Ejército israelí, general Ehud Barak, manifestó ayer que la matanza había sido obra de una sola persona. "Hasta donde yo sé", puntualizó el militar, quien aseguró que la investigación se llevará hasta el fondo. El líder de la OLP, Yasir Arafat, aseguró que soldados israelíes, de guardia en la mezquita, dispararon también contra los rieles palestinos.
El número exacto de disparos probablemente seguirá siendo un misterio. Algunos de los supervivientes afirman que el asesino cambió hasta cinco cargadores. En el tumulto nadie estaba en condiciones de distinguir exactamente el tipo de arma. Una versión señala que fue un fusil Galil, de fabricación israelí. Otra dice que fue un M-16 norteamericano, un modelo capaz de almacenar hasta 33 balas.
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