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Fórmulas mágicas

El facsímil de un texto de 500 o 1.000 años de edad es uno de los números de magia y alquimia más avanzados que existen, hasta el extremo de que los magos -los impresores- hacen coquetos alardes de secreto y de fórmulas mágicas transmitidas a núcleos de iniciados desde el bajo medievo hasta los albores del tercer milenio. Sea como fuere, la más moderna tecnología es la que permite la ficción de la copia cada vez más perfecta, y son los costes de esa tecnología -aunque no sólo- los que permiten la ilusión de la identidad.No sólo se trata de tecnología: si hoy día no se producen pergaminos (tripas de animal sometidas a cierto tratamiento), es porque no resulta muy agradable, dice Luis Martínez Ros, porque resultaría antieconómico y porque la industria papelera puede producir un material (en Suecia) que se parece al pergamino como un huevo a otro huevo. Luego la magia depende de las máquinas de altísima definición que fotografían las páginas, las manos que mezclan los colores, las imprentas que van imprimiendo esos colores uno a uno y los orfebres del papel que se encargan de reproducir, una a una, todas las huellas del pasado. En definitiva, el más elaborado de los maquillajes: la máscara de la antigüedad.

Más información
Las máscaras más caras

Testimonio Compañía Editorial ha editado, por ejemplo, un facsímile del Beato de Liébana -que se halla depositado en la biblioteca del monasterio de El Escorial-, con una tirada reducida de 980 ejemplares y un precio de venta de casi 700.000 pesetas.

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