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"Me veo como un muchacho corriendo por la playa"

., Rafael Alberti celebra hoy su 91 cumpleaños como los últimos, con su familia y sus amigos en la tierra que le vio nacer: El Puerto de Santa María (Cádiz). Afronta el presente y el futuro con una gran serenidad y un voluntarioso optimismo. "Me veo todavía como un muchacho corriendo por la playa de El Puerto y como me miro muy poco al espejo no puedo decir si he envejecido o no. A pesar de mis muchos años estoy viviendo una hermosa etapa de mi vida".

Rafael sigue escribiendo y, sobre todo, dibujando. Ahora trabaja en un libro de arte, que incluirá gran parte de su última producción y del que se hará una edición restringida. El poeta pasa mucho tiempo con su esposa, María Asunción, y cena y copa con sus amigos y, como siempre, trasnochar. Siempre le dan las tantas. A veces, cuando a su alrededor hay demasiado jaleo parece que se ausenta y se encierra un mundo interior. Pero está atento y ágil a todo cuanto sucede en su casa y fuera de ella. "El final de este siglo es tremendamente agitado. Sin embargo, yo lo veo, tengo que verlo, lleno de esperanza. Desde que nací, como tantas veces he contado, las guerras se han sucedido. Parecen inevitables, he visto tantas... Pero el año 2000, el siglo XXI, está ahí, casi lo estamos tocando... No podemos perder la esperanza".

Alberti es testigo de casi todo un siglo. "Es un gran privilegio poder contarlo. Y siento una gran alegría por no haberme muerto aún".

El poeta recibirá hoy un montón de regalos. Habrá casetes y discos de música clásica, uno de sus grandes pasatiempos; libros, a los que sigue dedicando mucho tiempo, e incluso bonitas corbatas, que casi no lleva nunca. Pero el obsequio que más ilusión le hace es lo que él personalmente se ha empeñado en llamar la casa museo Rafael Alberti en El Puerto de Santa María. La palabra museo no le gusta, explica, le da la sensación de cosa muerta, en cambio, una casa está viva. Le gustaría verla llena de gente, sobre todo de jóvenes, estudiando y que en el futuro, si las instituciones echan una mano, se convierta en la Fundación Rafael Alberti.

El poeta siempre quiso que gran parte de los objetos, cartas, etcétera que él y María Teresa León acumularon en Roma y durante su larguísimo exilio fueran a parar algún día a El Puerto de Santa María. "No podía ser de otra manera. El Puerto siempre ha ido conmigo, en lo más profundo de mi corazón, estuviera donde estuviera. Y yo quiero que, a través de mis cosas, él me tenga a mí para siempre".

Ese viejo edificio del siglo XIX, que hoy se convierte en casa museo, y en el que Alberti vivió desde los seis a los 16 años, tiene para él un significado especial. "En esta casa pasé una parte muy importante de mi infancia y adolescencia. Sus paredes guardan secretos y recuerdos entrañables que, quizá algún día, pueda contar todavía en mis libros".

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