La independencia de los padres
Canarias y Navarra representan los dos extremos respecto a la edad en que los hijos dejan la casa paterna
Un 4% de los españoles y un 2% de las españolas declara que ha empezado su relación de pareja a partir de los 40 años según la encuesta sociodemográfica del Instituto Nacional de Estadística. Con menos de 21 años han comenzado sus relaciones un 8% de los varones y un 28% de las mujeres. Esta tasa de jóvenes casaderas se eleva muchísimo en Canarias y Ceuta y Melilla: hasta un 45%. Y baja a un 19% en Navarra y La Rioja.Concepción Lugo Delgado, de 55 años, vecina de La Laguna (Tenerife), contrajo matrimonio a los 19 "por novelería", según comenta ahora. "En mi época, las mujeres se casaban muy jóvenes, quizá porque pensábamos que si dejabas pasar la oportunidad te quedarías soltera". Más joven que ella se casó una vecina, a la que cita: "Tenía 14 años, y no estaba embarazada". Es madre de cinco hijos -un varón y cuatro mujeres-, "y hubiera tenido seis de no habérseme muerto al nacer el tercero". Su vida no cambió de manera sensible al formar una familia. Admite que acudió al altar "sin hacer cuentas" y que lo aconsejable es "pensar bien antes las disponibilidades económicas; en aquellos años nos conformábamos con poco, pero ahora la juventud lo quiere todo".
Canarias se desmarca en casi todo. El 20% de los matrimonios españoles ha tenido cuatro o más hijos. En Canarias las familias numerosas son un 28%; y en Andalucía y Extremadura un 26%.
Familias numerosas
Tener seis hijos le parece lo más natural del mundo a Victoriano Guillermo Méndez Méndez, tinerfeño de 63 años. Para casarse tuvo que esperar a recibir un indulto en 1958 -tras 11 años de noviazgo-, que le permitió regresar de Venezuela. "Yo era agente vendedor y estaba bien económicamente". Confiesa que su generación no se tomaba en serio la planificación familiar. "Sacábamos a colación los preservativos sólo cuando contábamos chistes. De eso en el matrimonio, ni hablar", declara. Entre sus amigos, era común sumar muchos hijos.
María Teresa González de la Fe, profesora de Teoría de la Sociología de la Universidad de La Laguna (Tenerife), explica estos comportamientos particulares de los canarios como "síntomas de que el paso de una sociedad tradicional a otra moderna se da con mayor retraso en las islas que en la península". Dicho cambio suele asociarse a la actividad industrial, que es escasa en el archipiélago y se limita, prácticamente, al turismo. Durante un tiempo subsistió el concepto histórico de la familia corno unidad económica -en la que los hijos actuaban como mano ¿le obra y después han influido, a juicio de la profesora González de la Fe, otros condicionantes que permanecen impregnados en la sociedad insular, como la desinformación sobre los métodos anticonceptivos y la lenta incorporación de la mujer al trabajo.
Por otra parte, llama la atención, según apunta, cierta precocidad sexual de la población canaria, que se da también en las regiones tropicales de América, debido, entre otras causas, a factores climatológicos: "Es bien sabido que la gente madura sexualmente en las islas antes que en el resto del país, como se ha comprobado en el caso de la menstruación en las mujeres", señala.
Rastreando más en los datos sobre el abandono del hogar paterno, hay uno contundente: El 35% de los padres no se ha podido independizar de sus hijos hasta que no contó con más de 60 años. Los dos polos los representan nuevamente Canarias (donde esa cifra baja a un 10%) y Navarra, donde ese dato se eleva hasta un 51%, dada la tendencia de los navarros a casarse bastante entrados en años.
Pablo Zaratiegui tiene 32 años. Se casó hace tres meses "tras un noviazgo interminable de casi una década". Empleos eventuales, indecisión personal y un sector de la vivienda "carísimo" en Pamplona le retuvieron en su hogar familiar. "Compramos el piso a Finales de 1991", explica Pablo. "Al principio, sólo trabajaba yo y casi todo el sueldo se me iba en el préstamo hipotecario del banco: 80.000 pesetas mensuales. Después, Itziar, mi mujer, encontró trabajo. La boda vino sola".
Solteros y sin prisas
Iñaki Martínez, de 31 años, biólogo, soltero y sin prisas por abandonar el hogar familiar, convive con sus padres en el barrio de San Juan, en Pamplona. Su madre, Mercedes, es de las que creen que los jóvenes "maduritos" de hoy en día "viven demasiado bien". Y opina: "Nuestra generación somos padres bastante comprensivos. ¡Vamos!, que han hecho lo que han querido sin que hubiera problemas y sin tener que salir de casa".
Según las sociólogas Amaya Barandica y Blanca Fernández, estos rasgos son característicos de un fenómeno europeo conocido como segunda gran transición demográfica, que en contra de lo que puede suponerse no obedece a un clasicismo cultural o a la tradición local, sino al modernismo de una generación "que se ha socializado con un alto nivel de vida que no quiere ver rebajado tras el matrimonio".
Amaya, miembro del equipo de investigación del Instituto de Promoción de Estudios Sociales (IPES) señala que "en ello incide también la crisis económica, factores culturales derivados del nuevo papel de la mujer en la sociedad y la búsqueda de una pareja emocional de mayor calidad para la convivencia".
Blanca, profesora de la universidad pública de Navarra, considera que el fenómeno ha ido avanzando hacia el sur de Europa. "Estos jóvenes que retardan su casamiento y permanecen en el hogar más tiempo son los mismos que adelantan sus relaciones sexuales y que protagonizan la reducción de la natalidad".
Por cierto, que la encuesta también contiene datos interesantes sobre celibato: un 30% de los hombres y un 33% de las mujeres mayores de 40 años se declaran totalmente célibes.
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