Juanma Bajo estrena su última película para los reclusos de Nanclares de la Oca
'La madre muerta' se estrenará comercialmente dentro de dos semanas
"Ésta es la realidad, y el glamour de los festivales es la ficción". Con esa frase definió ayer el director de cine vitoriano Juanma Bajo Ulloa el estreno en la prisión alavesa de Nanclares de la Oca de su última película, La madre muerta. El largometraje, que tendrá su correspondiente estreno comercial el próximo día 5, fue analizado por unos treinta reclusos que habitualmente siguen el cinefórum de la prisión. Uno de ellos preguntó con humor a Ulloa si "no es mala leche llamar Concha de Plata al puticlú en el que se conocen los protagonistas". Hubo risas en la sala.
La proyección comenzó minutos después de las 16.30 horas, cuando se acomodaron en sus butacas, sin pagar entrada, los presos de los cuatro módulos. De los 900 que llenan la cárcel, unos treinta, entre ellos cinco mujeres, escucharon a Juanma Bajo definir su obra como "una historia de pasión, deseo y poder que hay que verla sin demasiados prejuicios". El diputado Foral de Cultura, Pedro Ramos, se sentó en otro de los asientos mientras el actor principal Karra Elejalde, que encarna a Ismael, les pidió que pasaran un buen rato "porque ya es bastante marrón estar aquí como para que te vengan a comer la bola".La proyección fue posible gracias a la Diputación Foral de Álava, coproductora del film, y al propio Juanma Bajo, que prefirió donar su película íntegra a que los internos visionarán sólo algunos planos, tal y como habían solicitado. Actor y director explicaron durante el pase, al que sólo accedieron los internos, que no hay que buscar ningún paralelismo entre la obra en sí, y el marco en el que se estaba proyectando.
El celuloide describe a un implacable asesino, Ismael, con una vida muy dura, que quince años después del asesinato de una mujer, se encuentra con el único testigo -la hija, Maite- de aquel crimen. Pero se enamora de ella, a pesar de que está convencido de que la tiene que matar para evitar ser descubierto.
"Te identificas con la película de todos modos", subrayó Ulloa, "el personaje es violento, brutal e implacable porque me aburren los buenos". Sin embargo, su destino no sería la cárcel en opinión de Karra Elejalde. "Creo que en todo caso Ismael tendría que acabar en un siquiátrico. Soy más partidario de la prevención que de la cirugía, y en este caso el sistema penitenciario es cirugía".
Premios
La película fue galardonada en el Festival de Montreal con el premio a la mejor dirección, Ana Alvarez estuvo nominada al premio a la mejor actriz, y la crítica alabó la actuación de Elejalde.Cuando a las 18.30 horas comenzó el debate entre los presos, las dudas, precisiones e interpretaciones se cruzaron en un denso coloquio. A "la llamada de Dios", que creyó ver un interno por las alusiones a imágenes religiosas e iglesias, se contraponía "el carácter claustrofóbico" con que otro había percibido el filme.
El actor protagonista replicó a un preso que el mensaje definitivo de la película no es "no matarás", sino "matarás con cuidado y nunca te quedarás a probar como sabe el chocolate".
Cuando uno de los participantes en el debate preguntó a Bajo Ulloa si "eso de llamar Concha de Plata al puticlú en el que se conocen los protagonistas no es mala leche", hasta él sonrió. El director ha reclamado en los tribunales el premio en metálico que Euskal Media incorporó a la Concha de Oro que el Festival de San Sebastián le concedió por su anterior película Alas de Mariposa. Cuando Ulloa solicitó los 32 millones del galardón, Euskal Media, respondió que sólo serían entregados en concepto de coproducción de su próxima película.
Babelia
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