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Un palestino se inmola con explosivos en una comisaría israelí de la franja de Gaza

Un palestino no identificado se inmoló ayer en Gaza en un intento por demostrar que a pesar del increíble acuerdo de Washington la paz entre Israel y los palestinos no es posible.El hombre se colocó un cinturón de explosivos y los hizo estallar en el patio de una comisaría de la policía israelí en la franja ocupada. Según fuentes palestinas, fue la única víctima mortal de esa acción. En un intentopor evitar que la violencia amargue la celebración del nuevo año judío, que se celebra hoy, las autoridades israelíes han decidido cerrar la franja de Gaza desde el mediodía de hoy hasta el próximo domingo.

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En Jesuralén reinaba ayer un sentimiento de alivio. Nunca se había visto a tantos israelíes de la Ciudad Santa tan relajados. En vísperas del Rosh Hasana, el año nuevo 5.754 del calendario judío que comienza el próximo miércoles, las licorerías de la Ciudad Santa estaban haciendo buen negocio. "Todos queremos celebrar el advenimiento de una nueva vida", dijo el próspero gerente de un negocio cerca de la calle de Jaffa.Las radios de Israel transmitían sólo música popular, y, sobre todo, los éxitos de Michael Jackson, porque dentro de su gira del Dangerous Tours tiene que llegar a Israel a fines de este mes. Al cantante acusado de oscuras relaciones con niños le seguirá en breve nada menos que la misma Madonna.

Mientras los judíos laicos de Jerusalén y Tel Aviv soñaban ayer con conseguir entradas, los rabinos más integristas denunciaban el "escándalo" de la futura presencia en Tierra Santa de Jackson y de la autora del éxito musical Like and virgin.

Las banderas palestinas ondeaban en toda libertad en antenas de televisión, postes de electricidad y balcones del Jerusalén árabe. Los soldados israelíes pasaban. En vez de fusiles empuñaban coca-colas frías. Incluso los civiles israelíes miraban el espectáculo con agrado. En Nablus (Cisjordania) miles de palestinos se manifestaban para mostrar su alegría por el acuerdo de Washington.

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Arik P., un joven comerciante judío originario de Irak y padre de dos hermosas pequeñas, celebró la primera jornada de la oportunidad concedida a la paz fumándose un porro en el Monte de los Olivos. "Es que ya había llegado la hora de entendernos con los árabes", dijo con los ojillos brillantes.

Hanna, una joven cineasta judia nacida en Suráfrica, también celebró la jornada. En su caso, yendo a comer al Ocean, el mejor y más caro restaurante de pescados de la Ciudad Santa, lejos del mar. Estaba muy contenta. "Voy a confesar algo: durante años no he puesto pie en el sector árabe de la ciudad amurallada. No es sólo que tuviera miedo a la agresión, a una agresión; es que, la verdad, me sentía culpable. Culpable de hurto". Pero desde que el pasado lunes el primer ministro israelí, Isaac Rabin, y el presidente palestino Yasir Arafat se estrecharon las manos, ante los ojos de cientos de millones de personas, Hanna se ha liberado de ese sentimiento.

Menos optimismo había en la casa de los parientes del palestino que resultó muerto de dos disparos en la cabeza descerrajados por un soldado israelí. Este incidente, distinto del protagonizado por el atacante suicida, el de la estación de policía, también ocurrió en Gaza, cuna y feudo de los movimientos integristas que han jurado sabotear el proceso de paz en nombre del Islam.

La identidad del segundo palestino que murió ayer en Gaza durante la primera jornada de paz también permanecía en el anonimato a primeras horas de la noche. Lo único que se sabía es que había intentado lo que hoy es casi imposible en los territorios ocupados: acuchillar a un soldado israelí, robarle el arma y darse a la fuga, con la complicidad de testigos. El asaltante no contó con la rapidez de los soldados israelíes, muchos de los cuales declaran estos días que están contando las horas que les faltan para largarse de Gaza.

El líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasir Arafat, anunció que se reunirá con los jefes de los grupos radicales palestinos que se oponen al plan de paz israelo-palestino.

En Beirut, el entierro de ocho militantes de la organización radical Hezbolá, que resultaron muertos el lunes por el Ejército libanés, se transformó ayer en una multitudinaria manifestación contra el Gobierno libanés y el acuerdo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina, informa France Presse. Los siete militantes fueron enterrados en el Cementerio de los Mártires, en las afueras de Beirut.

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