Juan Pablo II propone una nueva alianza entre la Iglesia y la cultura
ENVIADO ESPECIAL, El Papa propuso ayer, como "necesaria y urgente" una "alianza renovada entre la Iglesia y el mundo de la cultura, en un contexto ideológico respetuoso de la diversidad, para descifrar estos tiempos tan complejos", o, según dijo también, para "abrir las puertas a la luz y disipar las sombras" proyectadas por "unos acontecimientos que nos hacen pensar razonablemente que estamos ante un cambio de los que hacen época en la historia".
A levantar acta de defunción de un mundo caracterizado por los "totalitarismos de signo opuesto [comunista y nazi-fascista] y las democracias enfermas que han conmovido la historia de nuestro siglo", dedicó Juan Pablo II buena parte de su segunda jornada en Vilna, la capital de Lituania.El día comenzó en el cementerio de Antakalnis, un frondoso bosque bañado por una lluvia densa y fresca que el papa polaco, poco amigo de los calores, agradece explícitamente. Allí están enterrados soldados rusos, alemanes y lituanos que lucharon por el control de estas tierras desde la dominación de los zares. Entre ellos, más de un centenar de los polacos que, en 1920 se amotinaron para anexionar Vilna a su país, así como los 13 civiles lituanos ametrallados junto al centro de televisión de Vilna por soldados soviéticos, en 1991.
"Quiera Dios que estas cruces puedan servir de advertencia callada pero firme contra nuevas aventuras siniestras emprendidas bajo el impulso ciego de las ideologías, del orgullo nacional y del rechazo a reconocer la dignidad humana", dijo el Papa, como en un conjuro. "Que los hermanos y hermanas en la fe no vuelvan jamás a enfrentarse como enemigos movidos por egoísmos, lenguas, banderas nacionales, tradiciones, pasiones violentas que les colocan en bandos opuestos".
"En 1918, muchos políticos europeos seguían razonando únicamente en términos de intereses nacionales y de guerra", y ello condujo "a pactos secretos y alianzas inconfesables", afirmó el Pontífice por la tarde, ante el cuerpo diplomático reunido en la Nunciatura que dirige el obispo español Justo Pullol García, para explicar la sucesión de acontecimientos que provocaron que "Lituania se viera negar su propia identidad nacional y autonomía política" durante casi cinco décadas. En ese contexto, Juan Pablo II advirtió que la comunidad internacional tiene el deber de favorecer la vida democrática en las naciones que salen de un régimen totalitario". Más en concreto,, recordó cuánto supuso para Europa el plan Marshall, al pedir ayuda y solidaridad con Lituania.
La cooperación material no basta para reconstruir el mundo, añadió el Papa, que dedicó a esta "dimensión moral" del problema su discurso ante los intelectuales en la universidad fundada por los jesuitas en 1570.
Crítica a los sistemas
"El ateísmo militante, en que se inspiraba el marxismo", según el Papa, una de las causas destacadas de la "férrea dictadura" sufrida por muchos países "en estos interminables decenios". Pero "el marxismo", prosiguió, "no es la única tragedia de nuestro siglo. No menos grave es la consumada en la vertiente opuesta de los regímenes de derecha". "Las mismas democracias", añadió, "son modelos en los que el postulado de la libertad no siempre se conjuga con el de la responsabilidad ética".Juan Pablo Il considera, en definitiva, que todos los sistemas políticos de estos tiempos "son hijos de una cultura de la inmanencia ampliamente implantada en Europa, que induce a proyectos de existencia personal y colectiva ignorantes de Dios e irrespetuosos con el hombre".
El futuro exige "cultivar una ética del pensamiento que no se limite al esfuerzo lógico, sino que encuadre la actividad mental en un clima espiritual rico de humildad, sinceridad, coraje, honestidad, confianza, apertura a los demás y apertura al Misterio".
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