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Entre las estrellas

Ayer por la tarde incluso llovió, para agregarle tensión a la noche de Los Divinos, pero finalmente el aire se llevó las nubes y el programa salió sobre ruedas, sin ningún fallo y con un ritmo que para el directo es todo un reto.La experiencia de reunir a más de 150 bailarines de distintos estilos y tendencias estaba llena de riesgos, pero fueron salvados por la danza, la buena danza, esa que no tiene fronteras de formas cuando es hecha a lo grande y sobre honestos principios. Súmese a ese regimiento de zapatillas y tacón el canto de Raimondi, la palabra de Rabal y la guitarra mágica de Paco de Lucía para subir a las estrellas. Sobre la brillante idea de Vittoria Ottolenghi, el escenógrafo Cesarini da Senigallia estructuró un escenario cálido rodeado de los imaginativos ninots de Sigfrido Martín Begué, un sueño de colores culteranos donde no faltaba una cierta ingenuidad en el, dibujo. Las luces hicieron el resto, y las hileras de balcones se convirtieron en un decorado ideal. La plaza Mayor de Madrid ha sido testigo de un hecho cultural excepcional, más que de un espectáculo al aire libre con retrasmisión por televisión., Y aún más importante resultó como pulso a la danza española, a sus nuevos talentos emergentes, a sus poGiblidades y a su amplitud de miras, sin dejar (le lado a los visitantes: un Julio Bocca espléndido de línea y control en un momento donde su baile se hace virtuoso por algo más que la ejecución de los pasos, un Eric Vu-An elegante y un jovencísimo Yuri Krevtsov despegándose del suelo como por arte de magia con esa potencia y aparente facilidad que sólo la escuela moscovita es capaz de aportar.

Sobre la entrega de los artistas, hay que decir que no hubo tampoco baches ni decepciones. Antonio Márquez vibró e hizo vibrar con su farruca del molinero de El sombrero de tres picos acompañado por el Ballet Nacional de España que, con los trajes de Picasso, brindó un precioso fresco colorista; Lola Greco hizo duo de voz y movimiento con Raimondi mientras Joaquín Cortés y Marco Berriel asumieron con decisión su difícil fragmento moderno; Duato trajo al escenario un sobrecogedor solo que sólo él podía hacer con su elasticidad llena de poesía y la alegría toco a todos con la confirmación de la calidad del conjunto de Ullate y de sus solistas principales, María Jiménez e Ygor Yebra como una pareja que destila armonía, ternura y baile de calidad.

Nacho Duato también acertó esta vez con el otro estreno creado para la ocasión: El pelele, un espléndido paso a cuatro hecho siempre dentro su estilo con el baile potente de Toni Fabre y Catherine Allard.

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