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Miles de médicos acuden a Berlín para aclarar la confusión sobre los tratamientos del sida

Milagros Pérez Oliva

La confusión reina entre los médicos clínicos que tratan enfermos del sida desde que en abril pasado se publicó el estudio Concorde. Hasta ese momento, el tratamiento parecía claro: administrar zidovudina (AZT) cuando el enfermo no presenta todavía síntomas para retrasar la patología asociada al sida. Pero el estudio anglofrancés reveló que, a los tres años de seguimiento la administración de AZT no retrasaba nada. ¿Qué hacer pues? Ésta es la principal incógnita que miles de médicos esperan resolver en el IX Congreso Mundial del Sida que hoy comienza en Berlín.

A la incertidumbre creada por el estudio Concorde, realizado por un equipo de investigadores británicos y franceses, se añaden otros estudios parciales sobre otros tratamientos en experimentación y sobre los efectos de combinar varias drogas. "Ya no estoy seguro de qué debo dar a mis pacientes, cuándo debo administrárselo, ni cómo combinar las distintas drogas disponibles, ni qué pacientes pueden beneficiarse mejor de según qué tipo de fármacos". Así se expresaba hace un mes en el Instituto del Sida de Harvard (Estados Unidos) Paul Volverding, uno de los pioneros en la investigación clínica.El estudio Concorde echó por tierra, o al menos sembró serias dudas sobre una esperanza en que la que muchos médicos confiaban: que la administración temprana del AZT alargaba la superviviencia. Después de seguir durante tres años a 1.762 portadores asintomáticos del virus en Francia, Reino Unido e Irlanda, se comprobó que la mortalidad entre los voluntarios que habían tomado AZT era muy similar a que la presentaban los que habían tomado un simple placebo: 92% frente al 93%.

El estudio, cuyo resumen se publicó en la revista Lancet, será analizado en Berlín. Pero puede suceder que, lejos de aclararse las dudas, aumenten: "Acaban de anunciar un nuevo estudio, que se publicará en el New England of Medicine con resultados diferentes, así que ya veremos", dice Jordi Casabona, responsable del programa del sida en Cataluña.

Laboratorios

La pugna entre los grandes laboratorios para hacer prevalecer sus productos, a veces a costa del descrédito de otros, no contribuye precisamente a echar luz sobre esta cuestión, mientras la angustiada presión de los millones de portadores que hay en el mundo no deja a los médicos ningún resquicio para la calma: "Los médicos clínicos se encuentran en una situación muy difícil porque la presión de los enfermos aumenta constantemente, sin que haya ningún tratamiento curativo. Los que existen son sólo paliativos y, aun en este caso, hay que distinguir entre los fármacos en fase experimental y las pautas terapéuticas a aplicar con carácter general", añade Casabona. "Respecto del AZT, yo no soy pesimista", afirma Ramón Costa, jefe de la unidad de sida del hospital Doce de Octubre de Madrid. "El estudio demuestra que, a tres años vista, la zidovudina no es útil para frenar la evolución de la enfermedad hacia una fase avanzada, pero sí lo es en un periodo de un año".Existen, además de la zidovudina, otros dos tratamientos en fase experimental que han demostrado alguna eficacia: el DDI y el DDC. Numerosos estudios abogan para el futuro por la combinación de varios fármacos, pero es difícil dilucidar hasta qué punto este criterio no corresponde a una estrategia comercial de los laboratorios. Los médicos esperan que el congreso de Berlín conteste a alguna de estas preguntas: cuándo empezar con la zidovudina, cuándo dejar la monoterapia y pasar a la combinación de fármacos y qué combinación es más eficaz.

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