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El presidente quiso comprar a 48 diputados

La desesperación llevó a Jorge Serrano a recurrir a la misma corrupción que había señalado para justificar su autogolpe. Torpedeado por el Tribunal Electoral en sus intentos de conseguir unas elecciones a diputados en dos meses y un referéndum constitucional a 90 días, encontró en la compra de diputados su última y sucia salida.Serrano reunió en la madrugada del martes a 48 de los diputados que él se encargó de eliminar la semana pasada al disolver el Congreso (le los Diputados. El evangelista Serrano ofreció a estos diputados 150.000 quetzales (3.000 dólares) para que le dieran el espaldarazo. La corruptela no fraguó. El Ejército, indignado, decidió sacarlo del poder.

El depuesto presidente buscaba restituir un aparente Estado de derecho, consiguiendo una mayoría en el Congreso que le permitiera continuar al frente del Ejecutivo. Satisfacía así la exigencia de retorno a la constitucionalidad lanzada fuera y dentro del país y a la que se sumé en las últimas horas el Ejército. Serrano cambió de opinión tras su encuentro el domingo con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Joao Baena Soares.

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El autogolpe, que ha durado una semana, se encontró con la oposición en Guatemala de todos los sectores políticos, sociales y económicos del país. El mantenimiento de Serrano en el poder sólo ha podido ser posible gracias al Ejército. Éste, que en un primer momento esperó la evolución de los hechos, comprobó después la impopularidad de su presidente y se empezó a preocupar por la enérgica reacción internacional, primero con la suspensión de la ayuda de EE UU y, después, con la determinación de la OEA de no admitir otro Fujimori en el continente.

El Ejército, finalmente, se unió al sentir general de los guatemaltecos y sólo le bastó invitar a Serrano a dejar de ser el presidente. Todo quedó y se desarrolló dentro de palacio.

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