La llamada que nunca se hizo

J. M. / J. C. Un día después de anunciar su dimisión, el entonces presidente de Asturias, Juan Luis Rodríguez-Vigil, anunciaba que había pedido a la Interpol que investigase a Maurice Lauze. Mientras, éste aparecía tranquilamente en Madrid. Ante dos periodistas de EL PAÍS, Lauze volvía a mostrar papeles, exhibía nombres prestigiosos y seguía aferrándose a su historia.

Pero proporcionaba dos claves para comprender el caso. Afirmó que nunca había cobrado ni un duro y pronunció una frase que quizá explique por qué no lo hizo: "Yo creo que si [el Gobierno asturiano] hubiese sido más prudente, la cosa hubiese continuado".

El jueves 27, el Parlamento debate lo que es ya un escándalo nacional e intemacional. Ese mismo día Lauze asegura que el príncipe árabe ha pospuesto su visita a Asturias hasta el próximo día 9, pero él mismo duda ya de que algún día se instale la petroquímica: "Si hubiera salido lo de Asturias, habría saldado las deudas que tengo contraídas en Murcia".

Lauze se refiere a una hipoteca sobre la finca que posee en Águilas. Para evitar su pérdida, presentó al banco con el que ha contraído la deuda una serie de documentos que prueban que en breve recibirá entre 200 y 300 millones de pesetas por la venta de material electrónico al Ministerio de Defensa.

"Los documentos son verdaderos; yo mismo he visto los originales", asegura el director de la sucursal. "Lauze sólo nos pidió que no los enseñásemos a nadie". El esquema resulta familiar. Tras rastrear en el sistema infórmático, un portavoz oficial de Defensa niega que el Ministerio haya tenido ningún trato con Lauze o con su empresa. ¿Nadie en el banco llamó al Ministerio? "No se nos ocurrió", contesta el director.

Exactamente lo mismo sucedió en Asturias: a nadie se le ocurrió llamar al Saudí International Bank, ni a la Embajada de Arabia Saudi, ni al notario suizo. Tenían prisa por anunciar la inversión antes del 6-J.