_
_
_
_
FERIA DE SAN ISIDRO

No se acababa nunca

La corrida acabó pasadas las nueve y media de la noche. No se acababa nunca, dio tiempo de que rompiera a llover; en realidad dio tiempo para todo; desde aburrirse de muerte hasta entablar relaciones amistosas con el vecino de localidad, y romperlas luego, por culpa de las tonterías que decía. Tonterías desde un punto de vista estrictamente cómico taurino -musical, se debe entender, pues en los restantes órdenes de la vida, seguramente el vecino de localidad sabía más que Briján y hacía relojes.Por la isidrada, y sobre todo en domingo, se suelen oir en el tendido de Las Ventas auténticos despropósitos, desde un punto de vista estrictamente cómicotaurino-musical. A los espectadores domingueros una de las cosas que más les molesta en el mundo es que los aficionados protesten la invalidez de los toros. La otra cosa que más les molesta en el mundo es que los toreros toreen con naturalidad. Con semejantes condicionamientos, la corrida les resultó molestísima -era lógico-, y ellos también se pasaron la tarde-noche protestando: del aficionado intransigente con el toro inválido -y le gritaban: "¡Baja tú!"-; del torero que toreaba con naturalidad -y le gritaban: "¡A ver si espabilas!".

Bohórquez / Vázquez, Martín, Luguillano

Cuatro toros de Fermín Bohórquez (los dos primeros fueron devueltos por inválidos), con trapío pero muy desiguales de presencia, inválidos, amodorrados; 3º, encastado y noble. Sobreros, ambos con trapío, muy serios: 1º de Antonio Pérez Angoso, manso de solemnidad; 2º de Antonio José da Veiga Texeira, manso pero con casta.Pepe Luis Vázquez: cuatro pinchazos bajos y siete descabellos (pitos); pinchazo, otro hondo tendido, dos pinchazos, estocada corta atravesada y dos descabellos (silencio). Pepe Luis Martín: estocada corta trasera (algunos pitos); pinchazo hondo tendido, pinchazo y desceballo (silencio). David Luguilliano: dos pinchazos, dos metisacas delanteros y bajonazo escandaloso (aplinas y algunos pitos); pinchazo bajo, estocada trasera ladeada -aviso con retraso- y dobla el toro (silencio). Plaza de Las Ventas, 9 de mayo. Segunda corrida de feria. Lleno.

Más información
Rincón asegura que no toreará en San Isidro
"Cada día soy menos medroso", dice Luguillano

Los toros inválidos fueron todos -se incluyen sobreros- y el el torero que toreaba con naturalidad fue Pepe Luis Vázquez, faltaría más. El diestro Pepe Luis porfió pases en diversos terrenos a un toraco manso de solemnidad que no sabía embestir y cuando lo hacía era al estilo asnal. Raro comportamiento en este torero, siempre tan precavido y sucinto, que no dejó de sorprender. Tampoco dejaron de sorprender sus redondos instrumentados con hondura y temple, no porque se le considere incapaz de darlos, sino porque un toreo de aquel corte ya no se lleva, está en desuso, muchos espectadores no lo habían visto jamás.

Los olés que corearon esos muletazos templados y hondos -y los cambios de mano, pases de pecho, ayudados, un molinete, que Pepe Luis Vázquez empleó para rematar las tandas se corearon con los olés profundos característicos de la afición venteña, mientras el resto de la plaza los aplaudía sin calor. Evidentemente no acababan de gustar, o quizá alguien temía que el torero Pepe Luis les estuviera quitando la cartera, con sus naturalidades y rarezas. "Ese torero se ha creído que está en el pasillo de su casa", le reprochaban por el tendido; "¡a ver si espabila!".

Había asimismo un problema de transmisiones. Se le acusaba al torero natural de que no transmitía ni a la de tres, y al toro manso de que le faltaba transmisión. Transmitir es la expresión científica favorita de los expertos en tauromaquia moderna. La han debido de aprender en radio Andorra. El cuarto toro no es que careciera de transmisión; es que salió ya sin pilas. Cuando intentó Pepe Luis Vázquez aplicarle el toreo de la naturalidad, le pitaron; y cuando se puso a mecharlo le pegaron la bronca.

La obviedad es lo que se lleva: alguien que sude -y, por lo tanto, transmita- David Luguillano pretendió ejercitar esta modalidad de toreo con resultados aleatorios. Dos series de verónicas embraguetando el lance y añadiéndole una carga de bellísima gitanería provocaron un auténtico alboroto en la plaza. Después, con la muleta, actuó forzado, metiendo pico, perdiendo terreno y, en fin, planteando las faenas al moderno ritmo del un pase, todo lo cual es una forma como otra cualquiera de renunciar a torear.

Puede hacerse tal cual queda dicho o a la manera de Pepe Luis Martín en su primero, al que no aguantó ninguna de sus encastadas embestidas. En cambio se empeñó en torear al quinto -otro inválido sin transmisión y sin pilas-, a pesar de las crecientes protestas del público, por una vez de acuerdo el de diario y el de las fiestas de guardar. El público ya estaba harto de corrida, de toros inválidos, de aburrimiento. Y, además, caía la noche. Y se veía venir la tormenta, que finalmente llegó, soltó agua misericordia y puso a todo el mundo en remojo.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_