"El Ejercito me ataca para distraer la atención", asegura Mario Vargas Llosa
"Las acusaciones lanzadas contra mí forman parte de un intento del régimen para distraer la atención cuando se encuentra en una situación especialmente difícil". Así reaccionó, en unas declaraciones a EL PAÍS, el escritor peruano Mario Vargas Llosa frente a la polémica provocada en su país por su último libro, El pez en el agua, en el que pide la suspensión de la ayuda al actual régimen de Lima.
Cuando habla del "régimen", Vargas Llosa quiere ser muy claro: habla de las Fuerzas Armadas. "Son ellas las que mandan, como lo han demostrado los acontecimientos de los últimos días", afirma el escritor desde su domicilio de Princeton, en Estados Unidos. "Bastó con que el Congreso decidiera, muy timidamente, nombrar una comisión para investigar las violaciones de los derechos humanos cometidas en el país para que las Fuerzas Armadas salieran a la calle y recordaran así quién manda", recalca el ex candidato a la presidencia.El escritor está convencido de que este clima de tensión contribuye a explicar las acusaciones de "traidor a la patria" lanzadas contra él. "Es una operación montada desde el Gobierno de facto para intentar distraer la atención de la opinión pública en un momento especialmente difícil", afirma. "Las acusaciones de violaciones de los derechos humanos lanzadas contra el régimen le han puesto nervioso, ya que debilitan su posición en el plano internacional".
"Hay mucha presión interna en Estados Unidos, especialmente desde el cambio de Administración, para exigir una mayor dureza frente a los países de la región que no respetan la democracia", añade, "y Perú figura en primera línea. Pero los militares peruanos han demostrado estos últimos días que no dejan margen de maniobra en este campo".
"Frente a tal situación es más cómodo para el Gobierno de Alberto Fujimori afirmar que sus dificuldades en el exterior se deben, no a su política, sino a mis declaraciones", recalca Vargas Llosa, antes de afirmar con ironía: "Ojalá tuviera yo tanto poder".
El escrito peruano se defiende de la principal acusación lanzada contra él, la de haber pedido, desde el exterior, que la comunidad internacional corte los víveres a su país. "Todo lo que sea ayuda humanitaria es bienvenida", matiza, "ya que no se trata de castigar al pueblo peruano. Pero hay que exigir que sea distribuida a través del canal de organizaciones no gubernamentales, como Cáritas por ejemplo, y no por el propio Gobierno peruano. Se trata de un Gobierno que no está fiscalizado por ninguna organización independiente, y que puede por tanto hacer cualquier uso, sin control, de los fondos que recibe. Es por eso que estoy a favor de que se corte la ayuda directa, bilateral, al Gobierno de Lima, y nada más".
Consecuente consigo mismo
"Tengo que ser consecuente conmigo mismo", añade el escritor. "Cuando fui candidato a la presidencia, propuse una política de solidaridad activa con los pueblos que sufren una situación de dictadura, lo que suponía cortar cualquier relación política y comercial con estos regímenes. Es lo que yo habría hecho si hubiera resultado elegido presidente, y no puedo proponer algo diferente para mi propio país".El antiguo candidato a la presidencia niega que pretenda hoy, con estas posturas públicas, preparar una vuelta al ruedo político. "Soy un escritor que sólo ha vuelto a hablar de política porque hubo un golpe de Estado en su país. Me manifesté también frente a la situación de violación de los derechos humanos que sufren Haití o Cuba, pero", asegura, "estoy encantado con haber vuelto a la literatura".
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