Sin catecismo artístico
Jaime Brihuega, profesor de la Universidad Complutense, destacó ayer en las jornadas sobre la cultura en la República que lo que realmente favoreció a las artes plásticas en aquel periodo fue la posibilidad de que los creadores salieran fuera del país y obtuvieran una buena acogida en el extranjero. El grado de compromiso político que adquirieron los pintores y escultores de la República no cambió su lenguaje expresivo.Brihuega precisó que los artistas españoles no estaban preparados para asumir, por ejemplo, el movimiento abstracto, pues ellos construían desde un nivel más bajo que se inició en 1925 y además Ias artes plásticas tardaron más en reaccionar que, por ejemplo, la literatura". Esta circunstancia produjo que los creadores españoles asumieran las influencias externas de un modo harto peculiar. Así, señaló, el realismo socialista, que en la Unión Soviética supuso en 1934 el repudio de las nuevas tendencias, en España fue utilizado como una fórmula vanguardista para atacar el naturalismo convencional.
En la revista Octubre los lenguajes formales no se vieron turbados por el compromiso político. "Si leemos sus contenidos, comprendemos que cualquier estilo era válido, que no preexistía un catecismo artístico, de manera que un pintor surrealista podía manifestar con su obra sus simpatías por la causa revolucionaria".
Con todo, manifestaciones tan tradicionales como el salón de otoño de Madrid en 1933 acogieron obras de artistas tan dispares como Maruja Mayo, Alberto Sánchez o el uruguayo y cabecilla del nonato movimiento Torres García. Brihuega recordó cómo en España aparecieron durante la República importantes focos artísticos, como el caso de Canarias, en tomo a la Gaceta del Arte. Dicha publicación fue, a su entender, la más seria de todas. "Fue un ejemplo de apertura y de instinto sobre lo que entonces ocurría en la cultura española".
Babelia
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