EE UU se interroga sobre el 'día después' del capitalismo
EE UU debate el futuro de un nuevo mundo mientras Europa discute la suerte de la izquierda
Nueva York ¿Estamos ya en una sociedad poscapitalista en la que ni el capital, ni la fuerza. del trabajo, ni las materias primas constituyen el principal factor económico? Algunos analistas norteamericanos así lo creen.Mientras Europa debate sobre el futuro de la izquierda, en Estados Unidos la discusión gira más en tomo a las características de la nueva sociedad que está emergiendo y a la que tendrán que adaptarse tanto los ciudadanos como las fuerzas políticas que les representan.
Tres expertos economistas coinciden en su diagnóstico: el lento declinar a que se enfrenta la economía capitalista anuncia el fin de una era.
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¿Hacia una sociedad poscapitalista?
Viene de la primera páginaPaul Krugman, del Instituto Tecnológico de Massachusetts y una de las estrellas ascendentes del mundo económico norteamericano, cataloga los libros que se escriben sobre economía en tres categorías: "cartas griegas", "de subir y bajar" y "de aeropuerto".
La primera clase corresponde a los académicos que escriben libros completamente impenetrables para alguien sin formación matemática. La segunda es obra fundamentalmente de periodistas, empeñados en registrar minuciosamente las subidas y bajadas de datos que no tienen la menor importancia y que son aburridísimos. Por último, los libros "de aeropuerto" son los éxitos de ventas que generalmente Predicen grandes catástrofes o extraordinarios avances de la, humanidad. "Suelen ser libros divertidos, raramente bien informados y nunca serios", asegura, Krugman.
Pues bien, de las tres categorías están llenas hoy día las librerias norteamericanas. Incluida la quinta edición, en libro de bolsillo, de una obra del. propio Krugman, The age of diminished expectations (La edad de las expectativas disminuidas). Todos ellos intentan describir qué está pasando en Estados Unidos, el mejor escaparate mundial del capitalismo, y, en el resto de la Tierra. No es, difícil que coincidan en diagnosticar los mismos síntomas y, en proclamar que ha terminado, una epoca.
Algunos se muestran pesimistas. Krugman, por ejemplo, poco dado a catastrofismos, pero tampoco a grandes alegrías, considera que el Estados, Unidos de Bill Clinton se encuentra "en un amargo equilibrio": los resultados económicos son pobres, pero no tanto como para provocar ahora, o a medio plazo, una reacción, que, por otra parte, sería costosa desde el punto de vista económico y arriesgada desde el político.
Aunque no lo dice expresamente, el famoso economista considera que lo más probable es que todo siga arrastrándose como hasta ahora y que Estados Unidos se resigne a bajar sus niveles de vida, aumentar las diferencias entre pobres y ricos y al lento declinar de su papel internacional.
Más pesimista aún es Zbigniew Brzezinski, que no es economista pero que fue presidente del Consejo Nacional de Seguridad durante la época de Jimmy Carter. Brzezinski tampoco cree que Occidente tenga capacidad de reacción. En el siglo XX, explica en su recién publicado libro Global turmoil on the eve of twenty-first century (Confusión global a las puertas del siglo XXI), fueron asesinados en carnicerías de origen político más de 167 millones de personas. La matanza proseguirá en el siglo XXI, porque Occidente no ha encontrado soluciones ni a sus problemas básicos ni, sobre todo, a los del Tercer Mundo.
Otros son más optimistas. Peter Drucker, un clásico que pertenece a la generación de John Kenneth Galbraith, Milton Friedman o Paul Samuelson, ha lanzado, a sus 8,4 años, una teoría polémica: "Es seguro que la nueva sociedad no será socialista, pero también es cierto que será poscapitalista", afirma en un libro que acaba de salir al mercado.
Contradicciones
Drucker se divierte exponiendo las contradicciones a que ha llegado el sistema: en esa sociedad, que ya es poscapitalista, aunque todavía está en formación, los trabajadores han terminado poseyendo buena parte de los medios de producción a través de los fondos de pensiones. "En Estados Unidos los fondos de pensiones (de los que son propietarios y beneficiarios los trabajadores) poseen ya prácticamente la mitad del capital accionarial de las principales empresas del país y buena parte de la deuda del Estado". "El principal fondo de pensiones de Estados Unidos", recuerda, "maneja ya 80.000 millones de dólares, y el mismo fenómeno se produce en Europa y Japón".
En esta nueva sociedad poscapitalista, el factor económico más importante no será -no es ya, según Drucker- ni el capital, ni la fuerza del trabajo, ni las materias primas. Las mismas fuerzas que destruyeron el socialismo han destruido un capitalismo que se ha quedado obsoleto.
No es que esté surgiendo una sociedad "anticapitalista". Es que el centro de gravedad ya no está en ninguno de los elementos en que estuvo durante la etapa que ahora termina. El nuevo centro de gravedad es "el conocimiento" que ha producido "la revolución de la gestión" y que ha concedido una extraordinaria importancia a Ias organizaciones".
Drucker observa que en los últimos 30 años se ha reducido fuertemente el número de puestos de trabajo en la industria clásica, manufacturera, norteamericana o japonesa: hacer y mover la misma o mayor cantidad de cosas exige cada vez menos gente. Sin embargo, el total de puestos de trabajo en ambos países se ha doblado. Lo que importa ahora no es la productividad de los trabajadores manuales, sino la organización del conocimiento y su gestión.
"Nada que lleve el prefijo pos es permanente, o incluso duradero", afirma Drucker. Así que esta época, definida como poscapitalista, es simplemente una época de transición. En dónde desembocará podrá ser objeto, dentro de unos años, de otros tantos libros "griegos", "arriba y abajo" y "aeropuerto".
La revolución de la gestión
Una de las mayores paradojas que surgen de la nueva sociedad poscapitalista es que el trabajador (el empleado) ya no depende de las herramientas de trabajo. Ahora es él mismo (su conocimiento) la herramienta, y se la lleva a donde quiere. De lo que no puede prescindir es de la "organización", es decir, la estructura en la que su conocimiento, junto con los de otros, puede ser productivo, Una estructura en la que ya no existe alguien que manda, sino alguien que dirige, y que, además, es también un empleado. Es decir, lo que Peter Drucker, un economista clásico, denomina "revolución de la gestión".En esa nueva sociedad, los Estados-nación no desaparecen, pero dejan de ser los únicos órganos de poder, porque deben compartirlo, por un lado, con organizaciones multinacionales y, por otro, con organizaciones locales o casi tribales. Del éxito del poscapitalismo dependerán no sólo los países desarrollados, sino también los del Tercer Mundo, que no poseen "conocimientos" en grado suficiente y que tienen que confiar en que el mundo desarrollado sea capaz de encontrar las soluciones para sus problemas.
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