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Ernesto Sábato ultima su "testamento espiritual"

El escritor argentino Ernesto Sábato, de 81 años, premio Cervantes en 1984, que había abandonado la literatura para dedicarse a pintar desde que publicara su tercera y última novela, Abbadon, el exterminador, en 1974, ha vuelto a escribir y prepara un libro que aún no sabe bien cómo definir y que se va a titular Antes del fin. Las pocas personas a las que Sábato ha mostrado sus textos consideran que la obra será un "manifiesto" sobre este tiempo, un "ensayo apasionado", un "testamento espiritual", en el que se refiere a la vez al propio fin de su vida y a lo que él considera también el fin de esta civilización tal como se está desarrollando.Cada día, Sábato se levanta poco después de las cinco de la mañana, se desliza silenciosamente hasta la cocina para no despertar a su esposa, Matilde, gravemente enferma de arterioesclerosis desde hace ocho años, y se prepara un té antes de encerrarse en el estudio trasero de su casa, situada en Santos Lugares, un barrio suburbano de Buenos Aires. En ese lugar, donde también pinta por las tardes, escribe a la máquina como lo haría un ciego, casi sin mirar las teclas y sin leer los fólios que va acumulando. Sábato tiene úlceras en los ojos, que no han afectado su visión, pero que le impiden fijar la atención en letras pequeñas o soportar luces fuertes, por eso lleva siempre colocadas sus gafas oscuras.

El libro, que en principio se tituló Detente, oh tiempo -una frase tomada de su última novela y que resumía el deseo de preservar la inocencia de un niño-, fue también llamado Memoria, hasta que Sábato optó por el ahora definitivo Antes del fin. La obra nació primero como ficción y por necesidad. Sábato ha sido, en estos últimos años, uno de los escasos referentes aceptados por gran parte de los jóvenes argentinos. El escritor, que presidió en 1984 la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), encargada de investigar los crímenes de la dictadura, es abrumado cada día por los jóvenes, que le escriben "cartas desesperantes" o que le rodean allí donde se encuentra. En ese "estremecimiento incesante" en el que ha confesado vivir todos estos años, Sábato imaginó primero "la historia de un hombre de campo, un hombre manual, sometido a una situación límite, algo así como la pérdida de un hijo o de una nieta". Poco después Sábato comprendió que en realidad quería dirigirse a los jóvenes de un modo más directo y descarnado, sin negar u ocultar que, a su juicio, "estamos ya en plena noche de la civilización, pero que de esta noche vamos a salir".

Cada día también Sábato piensa que no podrá concluir su libro. "Los editores, la gente de Seix Barral, quieren publicarlo para la fecha de mi cumpleaños, el próximo 24 de junio, pero yo no pienso en eso. Es más, no sé si podré seguir adelante. De las 300 páginas que espera el editor, Sábato lleva escritas más de 120, "pero de ningún modo son definitivas". El escritor se dirige a los jóvenes en un tono apasionado, pero casi sin adjetivos. Como si recordara que es, además, doctor en Física, Sábato recoge datos sobre "el estado de la Tierra" para completar su idea de lo que él llama "el fin de esta civilización". Se trata, en definitiva, de un testamento personal y literario dirigido sobre todo a los jóvenes pero que, según Sábato, "no tiene intenciones moralizantes y no es nihilista".

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