Las deficiencias organizativas agravan la situación
"Los técnicos que hacen funcionar las centrales nucleares del Este saben lo que tienen que hacer, pero hay problemas de organización que dificultan su trabajo", asegura uno de los técnicos españoles que han formado parte de grupos de evaluación organizados tanto por la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA) como por la WANO, la asociación internacional de las compañías eléctricas que poseen reactores nucleares.Este técnico parte de la base de que desde hace más de diez años el principio básico que orienta a los gestores occidentales de plantas atómicas es "la búsqueda de la excelencia", es decir, "hacer las cosas lo mejor posible, aunque ello no lo exija un reglamento concreto". Este planteamiento difiere radicalmente de los modos que han imperado hasta ahora en los países del Este de Europa.
El citado técnico español subraya que el planteamiento está siendo entendido por los ingenieros rusos, húngaros o checos, gracias a la apertura que se ha producido en el Este en los últimos años, que ha permitido un intercambio de conocimientos. "Son gente muy competente, no podemos olvidar que a la industria nuclear, se enviaba en esos países a parte de los técnicos más destacados", subraya. Pero la organización no se improvisa de un día para otro, y tampoco los medios.
Instrumentación y control
La mecánica utilizada en las centrales del Este "es robusta y cumple su papel con notable eficacia", asegura. Esa robustez palía los déficit que comporta un control de calidad poco desarrollado y unos materiales no demasiado avanzados. "La gran diferencia con respecto a las centrales occidentales reside en la instrumentación y el control; el desarrollo en estos ámbitos ha sido aquí acelerado en los últimos años y allí se han quedado muy atrás", asegura el técnico.
La fase de recogida de datos sobre la situación por parte de la OIEA y la WANO se puede considerar ya finalizada, y el siguiente paso es ya reunir la" ayuda necesaria para elevar los niveles de seguridad. "Las cifras que en estos momentos se barajan se sitúan en tomo a los 250.000 millones de pesetas para los próximos cinco años, pero esa cantidad no es fija", agrega.
A través de la WANO, organismo creado en 1989 que incluye también a las sociedades productoras de los países de la Europa del Este, las compañías eléctricas occidentales han empezado ya a canalizar ayuda, fundamentalmente asesoramiento técnico, a la espera de que la Comunidad Europea empiece a aportar fondos. A esas compañías, comprometidas en el desarrollo nuclear, un nuevo Chernóbil les haría muchísimo daño.
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