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"Dicen que todos los croatas debemos irnos"

Historias de la 'limpieza étnica' diaria en la Krajina ocupada por los serbios

La reanudación de los combates en la Krajina croata (de población serbia, bajo control de la ONU) ha desencadenado una nueva, limpieza étnica. Pero, los nuevos traslados de población garantizan la pureza étnica. Danica Pavic, croata casada con un serbio, llegó con los refugiados serbios de Smokvici para expulsar a los croatas de Potkonje, cerca de Knin, y ocupar sus casas. Smokvici fue arrasado durante la última ofensiva croata.

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Danica, cuyo hermano y sobrinos luchan en el Ejército croata, es categórica: "Dije a la dueña de esta casa que tenía que irse. Sus hijos están con el Ejército croata que destruyó nuestro pueblo". Sesenta croatas de Potkonje, enclave croata dentro del enclave serbio de Krajina, salieron del pueblo en autobuses alquilados por las Fuerzas de Protección de la ONU (Unprofor) con destino a Croacia. Abandonaron sus casas a las mujeres y a los niños serbios procedentes de Smokovici, a unos 70 kilómetros de distancia. Sólo tres familias croatas se quedaron.La familia Jelic no pudo salir en autobús porque Iván Jelic, de 83 años, lleva un año inmovilizado en la cama y necesita una ambulancia de la Cruz Roja. Ana Jelic, de 72 años, no duerme a causa de la angustia. Espera la llegada de la Cruz Roja para dejar su hogar.

Ana recuerda con fatalismo y sin rencor: "Es la segunda vez en mi vida que debo abandonar la casa. Durante la II Guerra Mundial tuvimos que refugiarnos en los bosques. Después de la guerra, los serbios y los croatas se reconciliaron. Ahora, hay problemas otra vez. Dicen que todos los croatas debemos irnos". Su hijo Josip, en paro, precisa: "Estamos contentos porque han llegado los refugiados. Así, no incendiarán nuestra casa".

Zdravk o, de 25 años, policía especial en Krajina, inspecciona las paupérrimas casas de Potkonje en busca de una para sus padres, también refugiados de Smokvici. Zdravko estudió en la Academia de Policía de Zagreb e inició su carrera en Zadar, a 10 kilómetros de su pueblo, cuando empezó el conflicto serbo-croata. Se opuso a la discriminación contra los serbios en Croacia, y decidió buscar trabajo en Krajina. Su hermano, casado con una croata, permaneció en Zadar. Ahora luchan en lados opuestos en el frente.

"Mi madre es croata", dice Zdravko, "y mi padre serbio" "Mi madre lleva dos años llorando porque no ha visto a mi hermano mayor. Antes de la nueva reanudación de las hostilidades me comunicaba por la radio con los soldados croata a través de la línea del frente buscando a mi hermano".

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Reuniones de familia

"Quinientos croatas de Krajina solicitaron el traslado al otro lado del frente", precisa Jeannie Peterson, encargada. del sector civil de Unprofor. Ayudar en las reuniones de las familias, es decir organizar el intercambio de la población y ayudar así indirectamente a la limpieza étnica, o impedirla por medio de la presión en contra de las autoridades locales, es el dilema continuo de Unprofor y de la Cruz Roja.

"Organizamos el desplazamiento de 60 personas", recuerda Peterson, "pero el día del viaje estaban otras 100 llorando y suplicando por un lugar en el autobús". Quedaron centenares de solicitudes sin contestar. Un millar de croatas permanecieron en la región de Knin y la policía no puede garantizar su seguridad.

"Trasladar a la gente o responsabilizar a las autoridades es nuestro dilema", asegura también Rafael Gailland, de la Cruz Roja Internacional, al subrayar que la misión de esta organización en la antigua Yugoslavia es particularmente dura. "Es muy difícil negociar sobre los problemas humanitarios. Todo se politiza". "Aprovechando el ambiente de guerra, Zagreb exige a Unprofor facilitar el desplazamiento de los croatas", dice Jeannie Peterson. Por otra parte, añade, el Ejército serbio en Krajina intenta recuperar los pueblos serbios perdidos durante la ofensiva croata "para que los refugiados vuelvan".

Los combates con la artillería pesada por la liberación de los pueblos amenazan con arrasarlos. Smilcic está en vías de desaparecer. La población civil fue evacuada. Las casas están agujereadas por los morteros. La artillería serbia apunta desde ahí hacia Kasic, pueblo atacado durante la última ofensiva. Si los combates continúan con la misma intensidad, el que liberará Kasic encontrará sólo los escombros. Ningún refugiado tendrá donde volver, ni los croatas refugiados hace más de un año en Krajina ni los serbios huidos hace pocas semanas.

Kasic adquiere, poco a poco, el aspecto de pueblo fantasma. Sus escombros no los podrán aprovechar ni serbios ni croatas. Eso sí, un día, los hermanos de ambos lados del frente intentarán establecer la comunicación. La limpieza étnica no ha sido perfecta.

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