El Consejo de Europa advierte contra los abusos turísticos en el Camino de Santiago
Se impone la recuperación y defensa del paisaje en tomo a los monumentos históricos
"Sería tristísimo hacer un eje económico o turístico en el Camino de Santiago", dijo ayer en Roncesvalles (Navarra) José María Ballester, jefe de Patrimonio Cultural del Consejo de Europa. La propuesta de este organismo es convertir la ruta en un camino verde, y Ballester lo afirma desde un puesto que sirve de observatorio de las acciones patrimoniales de 37 países. Frente a las tentaciones de políticos voraces en busca de la rentabilidad inmediata, triunfa en Europa la idea del desarrollo duradero, del respeto ecológico en torno a los monumentos y de una deontología que elimine los abusos propios del turismo de masas.
Ballester no quiso pronunciarse sobre las polémicas actuaciones de la Xunta de Galicia, que preside Manuel Fraga, en espacios simbólicos del Camino de Santiago como el Monte do Gozo, agreste punto desde el que los peregrinos divisaban por primera vez las torres de la catedral compostelana, convertido ahora en un macrocomplejo de acogida de peregrinos. En diversos sectores culturales y ecologistas gallegos, estas obras han producido indignación, así como el que se haya pavimentado el camino en diversos tramos.Precisamente, la defensa del sendero original fue uno de los aspectos en los que insistió ayer Ballester con motivo del encuentro sobre el Camino de Santiago organizado en la abadía de Roncesvalles por la Asociación de Periodistas Europeos con el patrocinio del programa Xacobeo 93. Y el ingeniero Arturo Soria Puig atacó a los que no se percatan de que esta ruta "debe ser algo radicalmente distinto a una carretera, y no es el lugar más indicado para hacer rallies internacionales, como el que se celebró años atrás en el tramo lucense". "Mucho me temo", añadió, "que el Camino de Santiago tiene la desgracia de necesitar un tratamiento mucho más sutil y complejo -del que la Administración española suele ser capaz de aplicar".El Consejo de Europa hará un llamamiento, anunció Ballester, al Gobierno central y a los ocho Gobiernos autónomos por los que pasan en España los caminos de Santiago para que apliquen en la ruta el principio de desarrollo duradero. "En este momento, la tendencia en Europa son las intervenciones, cada vez más respetuosas (lo que supone que los monumentos cuanto menos se toquen, mejor), además de la consideración cultural del paisaje, objeto hasta ahora de una agresión permanente, lo que implica que se deben tener en cuenta aspectos estéticos, históricos o literarios".El tratado internacional de Granada de 1985 ya establece como patrimonio arquitectónico, además de los monumentos y los conjuntos, los sitios (obras combinadas del hombre y la naturaleza). Y los caminos de Santiago combinan todos estos aspectos: "Entran de lleno", dijo Ballester, "por ejemplo, en esa práctica tan generalizada de nuestra sociedad que es el senderismo, y debería integrarse en todo el sistema de caminos verdes, a los que aporta el valor añadido de su significación espiritual y cultural".
Un desarrollismo zafio
Pero esta visión idílica está tocada por la zafiedad de un desarrollismo que sigue siendo una amenaza. Según Ballester, "el actual interés que la sociedad europea manifiesta hacia los caminos de Santiago ha despertado no pocas expectativas en materia económica y de desarrollo. Se habla ya de un eje económico del norte de España que seguiría la dirección de estos caminos; se habla de promociones turísticas masivas, de urbanizaciones... y parece a veces que se olvida la realidad misma del camino. Sólo quiero invitarles a pensar en lo que sería del Camino de Santiago si se convirtiera en un producto de consumo turístico o en una simple alternativa del turismo de sol, que comienza a abandonar nuestras costas después de haberlas destrozado. No es esto lo que el Consejo de Europa propone para revitalizar estos caminos".La emoción estética de muchos tramos, la aproximación diferente al medio físico, y la posibilidad de recorrer paisajes insospechados evocan inevitablemente para Ballester esa noción de paisaje tan característica de la ilustración, descrita por Yves Luggenbuhl de la siguiente manera: "Un proyecto social, espacial y cultural que se inspira tanto en una nueva concepción de la naturaleza como en el anhelo de un equilibrio social más justo: esa aproximación que nos permite vislumbrar la progresión que va del orden natural al orden del paisaje, del orden del paisaje al orden cultural y del orden cultural al orden moral, a la idea de un orden moral superior, como algo que permite por sí mismo la elevación del espíritu, la evocación de la trascendencia, como un sinónimo de serenidad y de tranquilidad". Estas palabras, dice José María Ballester, enlazan directamente con las posturas ecológicas actuales.
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