_
_
_
_

Bush lanza sus misiles sobre Bagdad para destruir una supuesta planta nuclear

Ramón Lobo

RAMÓN LOBO ENVIADO ESPECIAL, Todo el mundo esperaba y temía en Bagdad lo que iba a ocurrir, como justamente dos años antes, otro 17 de enero, cuando el general Norman Schwarzkopf lanzó la Operación Tormenta de¡ Desierto. También ayer, se sabía que el ataque era inminente. Tras una tarde repleta de temores, al filo de las 21.30 (dos horas menos en la España peninsular), el cielo de la capital iraquí se iluminó con las balas trazadoras y los señuelos de color rojo, destinados a confundir a los aviones norteamericanos. Esta vez no fueron aviones, sino los superprecisos misiles de crucero Tomahawk, los que llevaron la destrucción y la muerte a la ciudad. Por segunda vez en cuatro días, el presidente norteamericano, George Bush, dio la orden, de ataque. El objetivo fue una planta que, según la Casa Blanca, forma parte del programa nuclear iraquí, y según Sadam, es una simple instalación industrial.

Más información
Bagdad empieza a desmantelar sus puestos fronterizos en Kuwait
John Major da su "pleno apoyo" a la operación militar
Francia precisa que el nuevo ataque fue "una operación norteamericana"
Expertos occidentales descartaron destruir la planta iraquí que fue atacada ayer
Solana evita pronunciarse para no perjudicar su gira a Oriente Próximo
El bombardeo de Bagdad no logra restar brillo al espectacular recibimiento a Clinton en Washington

A las 21.45, las baterías antiaéreas comenzaron a disparar ráfagas desde el suelo y desde los tejados de algunos centros oficiales en dirección al Sur y al Norte. El sonido era metálico. Temblaba todo, el suelo y los edificios. El ataque parecía muy real. Se oyeron varias explosiones, aunque era imposible determinar en ese momento si procedían o no de una incursión aérea.Un proyectil cayó en el hotel Al Rachid, en el que se hospedaban numerosos periodistas extranjeros. Casi todos resultamos ilesos, gracias a encontrarnos en la sala de prensa, situada en el Ministerio de Información. Pero el hotel sufrió serios daños en el vestíbulo, en las cafeterías y restaurantes y en algunas de las habitaciones de las plantas quinta y sexta. La explosión arrancó puertas de cuajo y las lanzó a un pasillo, rompió centenares de cristales, volcó muebles...

Dos personas resultaron muertas y 31 resultaron heridas, de las más de 300 que se encontraban en el hotel en esos momentos. Llantos, gritos de nerviosismo y de dolor. Ése era el escenario. Casi todos los heridos fueron trasladados en taxis y automóviles privados a los hospitales, la mayoría con cortes en la cara.

Entre ellos se encontraba un periodista alemán de 48 años, Peter Brinkmann, del sensacionalista Bild Zeitung, que en el momento de la explosión conversaba con la operadora de télex. Está fuera de peligro. En el hospital de Kamara, donde fue atendido, recibió una inesperada visita: la de Sadam Husein.

"Me caí al suelo", declaró el informador. "Perdí las gafas. Sentí algo caliente en la cara. Era sangre. Comprobé que mis piernas y brazos estaban bien, pero perdí dos dientes. Todo estaba oscuro. Al cabo de media hora conseguí abrirme camino hasta el sótano del hotel. Un médico comprobó que sangraba mucho y decidió trasladarme a un hospital privado". Una vez en él, permanecía tendido en la cama cuando un grupo de militares uniformados se presentó en su habitación. "No podía distinguir quiénes eran porque apenas podía ver", aseguró el periodista. Pero uno de ellos era Sadam.

Pasa a la página 3

Más información en las páginas 2 a 5

Sadam: "La ONU es un peón de EE UU"

Viene de la primera página"Había un gran silencio", aseguró el periodista alemán. "Uno de los militares se acercó a mí. Le pregunté si era el presidente y me aseguró que sí. Se interesó por asuntos puramente personales: '¿Cómo te encuentras?, preguntó. '¿Puedo ayudarte, hacer algo por ti?'. Hablaba en un tono muy tranquilo. Le expliqué que sólo había perdido dos dientes, que la cosa no era grave. Sadam dijo 'El mundo occidental puede comprobar ahora cómo los aliados bombardean objetivos civiles. Luego se retiró"." Amjab Tadros, jefe de la oficina en Ammán de la cadena de televisión norteamericana CBS, también resultó herido, en un pie.

Aunque la Casa Blanca se mostró escéptica sobre la posibilidad de que el proyectil que cayó en el hotel fuese norteamericano, un camarógrafo de la cadena de televisión CNN captó imágenes de los restos del artefacto, en el que se podía leer que era de la marca Unison y que estaban fabricado en Jacksonville (Florida). También aparecía la inscripción Williams International, empresa dedicada a fabricar, entre otros productos, componentes de los misiles de crucero.

Mentís

Un segundo misil cayó en el barrio de Karada, unos dos kilómetros al norte del hotel Al Rachid. Varios más, decenas según fuentes norteamericanas, hicieron explosión en Zafariniyán, donde Estados Unidos asegura que se encontraba un centro que formaba parte del programa iraquí de fabricación de armas de destrucción masiva, concretamente nucleares. Bagdad lo desmiente rotundamente y dice que es una planta industrial sin ningún tipo de interés militar.

Ante el Ministerio de Información, el ataque se vivió Con gran preocupación. En unos segundos se arremolinaron en la calle, detrás de las columnas, decenas de periodistas curiosos, funcionarios nerviosos y soldados con el arma en la mano y el dedo en el gatillo. Nadie sabía qué hacer pero todos miraban al cielo.

No había aviones pero se distinguían las explosiones con gran claridad. A las 10.06, todo comenzó de nuevo pero ya sin las balas trazadoras. Los antiaéreos disparaban una y otra vez sin dar a un blanco invisible. Poco después terminó todo. Habían pasado 36 minutos.

Las últimas dificultades puestas por Irak al movimiento de los inspectores de las Naciones Unidas en su territorio han sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia norteamericana, aunque muchos iraquíes creen que Bush se ha tomado el conflicto como una cuestión personal en la que quiere anotarse puntos antes de entregar pasado mañana el bastón de mando a Bill Clinton.

. Ayer, justamente el día en el que se cumplían dos años del inicio de la guerra del Golfo fue especialmente dramático en Bagdad. Hubo manifestaciones de apoyo a Sadam Husein, quema de banderas aliadas y de retratos de Bush.

Sadam no cedió un ápice en el tono desafiante que ha estado demostrando en los últimos días. Primero, antes del ataque, en un discurso transmitido por radio y televisión a todo el país, con la retórica de los viejos tiempos, proclamó: "El pueblo iraquí no será vencido. Nuestro gran ejército no será derrotado, los agresores fracasarán...". En su opinión, las "agresiones" de los últimos días abren la puerta a la victoria. No faltó la referencia a la madre de todas las batallas", como en los momentos más calientes de la guerra del golfo Pérsico.

Contra la ONU

El principal objeto de sus iras fue las Naciones Unidas, a cuyo Consejo de Seguridad considera "un peón en manos de Estados Unidos". Y más desafiante se mostró aún en un nuevo mensaje tras el ataque, al que consideró "un completo fracaso, como los anteriores", al tiempo que instaba a sus compatriotas a que combatiesen la agresión. "Atacadles donde les encontréis", dijo. "Dios y los creyentes estarán satisfechos con vosotros si lo hacéis".

Entrada ya la madrugada de hoy, se supo que las dos víctimas mortales de la explosión de una bomba en el hotel Al Rachid eran dos recepcionistas y que 11 de los heridos eran estudiantes islámicos que asistían a una conferencia. El médico Fawzan al Naim, jefe de cirugía del hospital Yarmuk, aseguró que en este centro habían llegado tres cadáveres y se había atendido a 19 heridos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_