Los países árabes creen que Sadam cederá y retirará sus misiles

El pronóstico que se hacía, ayer en varias capitales árabes era casi unánime, ya que Irak no está en condiciones materiales para medirse con ninguna potencia. Recurriendo a una vieja táctica, lo más probable es que Sadam Husein va a ceder en el último minuto y retirará sus baterías antiaéreas para ahorrarse una nueva paliza. Bagdad sabe que los aliados están preparados y dispuestos a destruir sus anticuados misiles tierra-aire SAM-2 y SAM-3 en una operación de relativamente bajo riesgo.Sin embargo, algunos analistas políticos se inclinan a pensar que es precisamente eso lo que busca el régimen de Irak para denunciar una "nueva agresión" de Occidente. Bagdad sostiene que la "zona de exclusión aérea" es ilegal porque carece de un mandato explícito de la ONU. Bombardear las defensas aéreas iraquíes ayudaría por lo tanto a Bagdad y sus simpatizantes a cuestionar la validez de la s resoluciones de la ONU en momentos en que los árabes siguen invocando infructuosamente decisiones del Consejo de Seguridad.

Sadam ha tratado en varias ocasiones de aglutinar la desconfianza árabe hacia el organismo mundial, pero sin mucho éxito. Sobre todo porque los árabes tampoco confían en Sadam. A pesar de su estrepitosa derrota en manos aliadas hace casi dos años y el constante desafío de los shiíes, en el sur y los kurdos en el norte, el dirigente iraquí, curiosamente, se siente fuerte.

Si el temperamento del mercado del petróleo es un buen indicador, el último reto de Sadam no promete grandes alteraciones. El ultimátum aliado, el rechazo iraquí y la amenaza de un enfrentamiento no causaron mayor alteración en las transacciones ni temores por el futuro del abastecimiento. Para analistas del mercado petrolero, en el peor de los casos, lo que puede haber es una operación militar limitada y sin repercusiones especiales.