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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Xenofobia y hechos

LAS MANIFESTACIONES xenófobas en Alemania y los actos criminales de algunos grupos neonazis han despertado una reprobación generalizada en numerosos países. Esta reacción internacional ha ayudado, sin duda, a que el Gobierno alemán se haya decidido a tomar medidas más enérgicas para poner fin a hechos lamentables.Además -rasgo que merece ser subrayado-, la adopción de unas medidas más rigurosas de control se ha hecho con un respaldo social muy amplio. Sin embargo, la reacción suscitada en Israel se ha desbordado hasta extremos que la han colocado fuera de la realidad. En el Parlamento, en la prensa, en ciertos círculos del Gobierno, los hechos han sido presentados como si estuviésemos ante el inicio de una nueva ola de antisemitismo comparable a la del hitlerismo. La ministra de Educación propuso que Israel llamase a los judíos del mundo a boicotear los productos alemanes. El Likud, partido conservador israelí, propuso la ruptura de relaciones con Alemania. Felizmente, el Gobierno se limitó a un llamamiento pidiendo que se pusiese fin a las acciones de carácter xenófobo.

En realidad, los actos antisemitas en la actual ola de xenofobia han sido muy escasos. Ésta se dirige contra los extranjeros que llegan a Alemania o que ya están viviendo en dicho país, como la numerosa colonia turca. Los grupos neonazis agitan símbolos de la época hitleriana, pero la diferencia radical con dicho periodo histórico estriba en que sus temas y signos no encuentra n simpatía entre la población. Estamos, al menos por ahora, ante un -fenómeno político que se concentra en algunos grupos, sobre todo de jóvenes. Gravísimo por los actos criminales organizados a que ha dado lugar, pero sin nada que indique un auge popular como el que llevó al poder a Hitler.

Si la exagerada reacción de Tel Aviv busca el despertar simpatías hacia su causa, dando la sensación de que los judíos están amenazados hoy por una nueva persecución, no tendrá mucho éxito. Nadie puede olvidar que las actuales corrientes xenófobas van dirigidas muy especialmente contra ciudadanos árabes en busca de una vida menos miserable. Y si hay algo que la opinión europea reprocha a Israel es el trato inhumano que ha dado a los palestinos en los territorios ocupados.

Felizmente, las negociaciones árabe-israelíes, que se iniciaron en la Conferencia dé Madrid -a pesar de las enormes dificultades con las que chocan-, han abierto el horizonte de una posibilidad de autogobierno para los palestinos como etapa provisional hacia la consecución de su propio Estado. Pero en esas negociaciones es precisamente Israel el que tiene más dificultades para aceptar que se apliquen los derechos humanos por igual a personas de diversa raza o nacionalidad.

Por otra parte, la evolución en Alemania en los últimos días pone de relieve hasta qué punto, incluso en los sectores de los grandes empresarios, existe una presión sobre el Gobierno de Bonn para que tome medidas enérgicas contra la xenofobia. Empresas como Robert Bosch, Daimler-Benz, Opel, han hecho gestos pidiendo respeto para sus numerosos obreros extranjeros y estimulando las manifestaciones populares contra los actos de los grupos neonazis.

La conjunción de todos estos factores políticos, sociológicos y económicos permite confiar en que la reacción de la propia sociedad alemana va a empujar al Gobierno a una actitud enérgica e irreversible contra la xenofobia.

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